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5 de junio de 2022 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Por David J. B. Trim

Los adventistas del séptimo día tienden a ver los eventos actuales como excepcionales. Tanto los dirigentes como los miembros de la iglesia declaran regularmente que algunos de los acontecimientos actuales no tienen realmente ningún precedente en nuestro pasado. Y este fue el caso con la decisión de posponer la sexagésima primera Sesión de la Asociación General, programada para el mes de junio de 2020, hasta mayo de 2021; y luego posponerla de nuevo para junio de 2022. En realidad no solo ha habido un precedente, sino varios precedentes. Esta será de hecho la quinta vez que se ha pospuesto una Sesión de la Asociación General, extendiendo así necesariamente los periodos de duración de los cargos de los administradores de la Asociación General (AG) y sus divisiones y aplazando inevitablemente la toma de decisiones respecto a asuntos de mayor importancia e interés común. Esta es la segunda ocasión en que transcurren más de cinco años entre las Sesiones y la segunda vez en que la Sesión de la AG se postpone por más de un año.

Primera Guerra Mundial
Transcurrieron más de una mitad de siglo y treinta y ocho sesiones antes de que se pospusiera por primera vez una Sesión de la Asociación General. Originalmente, las sesiones se celebraban anualmente; pero después de la vigésima octava Sesión, en 1889, se convirtieron en bienales y entonces, después de la Sesión trigésima sexta, en 1905, llegaron a ser cuadrienales. En 1913, la trigésima octava Sesión en Takoma Park terminó con la expectativa de reunirse en 1917. Pero un año más tarde comenzó la Primera Guerra Mundial.

La Junta de la División Norteamericana votó solicitar a la Asociación General que “considerara en oración” la celebración de la trigésima novena Sesión a principios de 1918, en vez de hacerlo en 1917. La AG encuestó por correo a los dirigentes en todo el mundo y “encontró que el voto por carta era unánime en favor de que se pospusiera”. La Junta de la Asociación General tomó el voto correspondiente para “posponer la siguiente Sesión cuadrienal programada para el verano de 1917, hasta la primera fecha más conveniente de allí en adelante”, en fecha que sería determinada y que finalmente se fijó en abril de 1917. La trigésima novena Sesión se reunió debidamente en marzo y abril de 1918.

No había base existente entonces en la Constitución de la AG para tal postergación; pero la iglesia confrontaba circunstancias sin precedente, incluyendo guerra submarina, lo cual hacía totalmente inseguro cruzar el Atlántico en 1917. Irónicamente, la situación bélica no había mejorado en la primavera de 1918; pero era más seguro viajar hasta los Estados Unidos y los dirigentes de la iglesia se sintieron incapaces de posponer dos veces la fecha. La trigésima novena Sesión se llevó a cabo en la primavera de 1918.

La Gran Depresión
La cuadragésima segunda Sesión de la Asociación General se celebró en mayo de 1930, un poco más de seis meses después del desplome de Wall Street que impulsó la Gran Depresión. Sin embargo, no estaba todavía muy claro qué tan malas se iban a poner las cosas. Pero en la década de 1930, la naturaleza interconectada de la economía mundial empeoró los efectos de la Gran Depresión y trastornó cada parte de la Iglesia Adventista.

En los tres años subsiguientes al desplome de Wall Street, los recibos de diezmos decayeron en un 37 por ciento en los Estados Unidos y las ofrendas misioneras disminuyeron en un 42 por ciento (a pesar de que la feligresía aumentó en un 23 por ciento). El tesorero de la AG, J. L. Shaw, tuvo que encontrar US$ 200,000 (por lo menos el equivalente a 4 millones actuales) para celebrar una Sesión, aun cuando él y el presidente C. H. Watson trataban desesperadamente de mantener en sus puestos a los misioneros en el extranjero, al cortar el número de obreros en la División Norteamericana y disminuyendo los salarios del resto. En el extranjero, por lo menos cuatro de las 11 divisiones mundiales simplemente no tenían los fondos financieros para enviar “delegaciones representativas”. El posponer la Sesión le proporcionó a la AG dos años más para ahorrar el dinero necesario para su presupuesto y para darles a las divisiones dos años más para conseguir el dinero necesitado para enviar delegados. Sin embargo, cuando en el Concilio de Otoño de 1932, el presidente Watson presentó la posibilidad de posponer la Sesión, convocó primero a una sesión ejecutiva de solamente los presidentes de división y los miembros de la Junta Ejecutiva miembros del personal de las oficinas de la AG para presentar su caso.

Sin embargo, los miembros de la Junta vieron la lógica, sobre todo porque reconocieron “la imposibilidad de que la División Europea y otras divisiones pudieran enviar delegaciones representativas si la sesión se celebraba en 1934,” y porque la única forma de pagar entonces por una Sesión, sería “a través de recortes adicionales a las apropiaciones regulares”. La Junta de la AG votó: “Que la siguiente sesión de la Asociación General se pospusiera hasta 1936”. Pero la Constitución de la AG prescribía cuatro años de duración del cargo y, por lo tanto, la duración del cargo de muchos “miembros del personal de la Asociación General” habrían de expirar antes de 1936. Por lo tanto, los miembros de la Junta Ejecutiva tomaron el voto de que a ese personal “se le pidiera que continuara sirviendo ininterrumpidamente” hasta la fecha de la Sesión reprogramada.

Al posponer la Sesión de 1934, los dirigentes de la iglesia habían tomado nuevamente el único sensato curso de acción; sin embargo, lo habían tomado otra vez en ausencia de un mandato constitucional para hacerlo. Cuando finalmente se celebró la cuadragésima cuarta Sesión en mayo y junio de 1936, se enmendó el Artículo VIII de la Constitución AG para permitirle a la Junta Ejecutiva posponer una Sesión hasta dos años más adelante, “cuando las condiciones mundiales especiales parezcan . . . hacer imperativo posponer la convocación a una sesión”.  Aun cuando tal vez nadie lo imaginaba, las siguientes dos sesiones habrían de posponerse bajo los nuevos términos del Artículo VIII.

Segunda Guerra Mundial
Los dirigentes de la iglesia intentaron firmemente llevar a cabo la cuadragésima cuarta Sesión de la Asociación General cuatro años después de la pospuesta cuadragésima tercera Sesión, a finales de la primavera y principios del verano de 1940. Pero en septiembre de 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial. Al mes siguiente, en el Concilio de Otoño, los administradores posaron la pregunta de “si sería o no aconsejable continuar con los planes de celebrar una Sesión de la AG en 1940, en vista de la incertidumbre actual”. Había también la preocupación, como en el pasado, acerca de si se podía tener “una conferencia representativa” dadas las dificultades para que las delegaciones fuera de Estados Unidos pudieran viajar. En vista de un desacuerdo, se nombró una subcomisión. Y la recomendación fue: Por causa de la prevalencia de la guerra y por no poder tener delegaciones representativas de las divisiones mundiales” se recomienda que la Sesión “se posponga por un año”. Lo anterior fue entonces aprobado.

Doce meses más tarde, la guerra continuaba y se discutió entonces la posibilidad de “posponerla para todavía más adelante”. Sin embargo, después de que otra subcomisión le diera breve consideración, la Junta Ejecutiva decidió, sin más explicaciones, seguir adelante para mayo – junio de 1941.

Después de la Sesión de 1941, la intención era regresar a las duraciones de cargo cuadrienales entre sesiones mandadas por la Constitución. En 1943, la fecha para la cuadragésima quinta Sesión se fijó para mayo – junio de 1945. Sin embargo, para el invierno de 1945, crecía la inquietud acerca de si era apropiado celebrar un gran evento internacional, pues aunque el fin de la guerra estaba claramente a la vista, continuaban las hostilidades, así como el control de los viajes, el racionamiento y las restricciones gubernamentales para celebrar convenciones en los Estados Unidos.

Se convocó a un concilio especial en febrero, “con el fin de considerar si debiera seguirse o no adelante con los planes para celebrar la. . . sesión en mayo”. Aunque varios miembros de la Junta AG “hablaron de las desilusiones que se experimentarían si no se celebraba la sesión”, se llegó al consenso acerca de posponerla; especialmente porque (nuevamente) la representación por parte de “nuestras divisiones mundiales” sería muy limitada. Al final, se llegó al “acuerdo general de que si el posponer la Sesión era mejor para los intereses de nuestra obra mundial, entonces debería ser pospuesta”. El resultado fue que se tomó el voto de que la Sesión de la Asociación General que se iba a celebrar en mayo de este año, se pospusiera un año”.

Siglo veintiuno
Esta es entonces la historia adventista con respecto a reprogramar Sesiones de la AG y en forma correspondiente la extensión de la duración de los cargos de aquellos elegidos en las Sesiones. Todavía sigue en pie el hecho de que es solamente la Junta Ejecutiva la que tiene el poder de posponer una Sesión de la AG y de extender las que ahora son quinquenales y no cuadrienales, las duraciones en los cargos de las personas nombradas en la Sesión. La decisión de posponer  una Sesión nunca se ha tomado en forma liviana o en forma imprudente y nunca se ha tomado sin las consiguientes penas y tristeza del caso.

Sin embargo, frente a algunas circunstancias realmente excepcionales —de dos guerras mundiales y la Gran Depresión—, los dirigentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día no han retrocedido ante la toma de decisiones difíciles hechas en pro del interés de la denominación como un todo. Las bases de tales decisiones incluyen los gastos en un tiempo de limitados recursos, la seguridad de los delegados, la imagen pública de la iglesia y la capacidad de las divisiones para ser apropiadamente representadas.

La pandemia de COVID-19 no es un caso sin precedentes, pero es totalmente excepcional; sin embargo, los desafíos que ha posado son similares a aquellos que enfrentaron previas generaciones de dirigentes de la iglesia en cuatro ocasiones para posponer las Sesiones de la AG.

Los dirigentes actuales de la iglesia actuaron tanto con resolución como con compasión (dado el potencial de infección) al posponer la Sesión de 2020 y posponerla luego de 2021 a 2022; y al convocar a una Sesión especial en enero de 2022 para permitir la “asistencia” electrónica en junio de 2022. Los dirigentes de la iglesia aprovecharon también la oportunidad para reconsiderar la forma como la denominación “lleva a cabo” sus Sesiones. Nadie estaba feliz con un doble aplazamiento, siendo que todos esperaban con grande expectativa la reunión en Indianápolis en 2020. Pero la iglesia tomó el curso de acción más prudente y responsable y, al hacerlo, los dirigentes de hoy siguieron en forma considerada, cuidadosa y con oración, los pasos de los dirigentes en el pasado, mientras continuaban poniendo sus ojos en el futuro y en nuestra “bienaventurada esperanza”.

El posponer las Sesiones AG no implica un retraso de la consumación que deseamos con toda devoción: la segunda venida de Jesucristo Nuestro Señor.

David J. B. Trim es un historiador y presta sus servicios como director de la Oficina de Archivos, Estadística e Investigación de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.

Traducción – Gloria A. Castrejón

 

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