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Secretario de la AG hace un llamado a los dirigentes adventistas a enfrentar los desafíos y a consagrar nuevamente su vida a la misión.

13 de octubre de 2021 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Por Erton Köhler,  Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día

Durante las reuniones de negocios del 12 de octubre, de la Junta Ejecutiva de la Asociación General (EXCOM) en el Concilio Anual de la Asociación General (AG), el secretario Erton Köhler dio a conocer a los miembros de EXCOM una reflexión personal en relación con algunas de las discusiones y presentaciones teológicas de los días previos. Dado el interés que despertaron sus ideas, la presidencia de la AG solicitó la distribución de tal reflexión.—Los Editores

Desde el final de las presentaciones y discusiones del 11 de octubre, acerca de 10 preocupaciones significativas en relación con nuestra identidad; y desde el mensaje del pastor Wilson el sábado de mañana, en el que comunicó preocupaciones similares, he estado pensando y orando acerca de nuestros desafíos.

Erton Köhler, secretario de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, se dirige a los miembros de la Junta Ejecutiva en el Concilio Anual 2021 en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos. [Imagen: Brent Hardinge / Adventist Media Exchange (CC BY 4.0)]

Hay una cita atribuida a John Wesley, que está siempre presente en mi mente y que me hace recordar que “lo que una generación tolera, la siguiente lo va a adoptar”. Recuerdo también una declaración de Elena G. White en Testimonios para la Iglesia, tomo 1, pág. 238, en la que señala que “debemos andar en la luz que resplandece sobre nosotros. De otra manera esa luz se trocará en tinieblas”.

Creo que hemos sido llamados para ser la voz de Dios y no el eco de nuestra cultura. Pero la voz de la cultura se ha vuelto mucho más fuerte entre nosotros, especialmente en los medios sociales, en donde las personas de mayor influencia son con frecuencia más relevantes que los líderes espirituales. Se vuelven más relevantes, no porque sepan acerca de religión o sobre la vida espiritual, sino porque poseen habilidades de comunicación y saben cómo entendérselas con los medios sociales y las necesidades de las personas.

Reflexión sobre nuestras creencias

Necesitamos tomar tiempo para pensar en qué es lo que creemos y cómo dar a conocer lo que creemos. Ambos aspectos son importantes.

Algunas veces hablamos de las necesidades de los jóvenes o de las nuevas generaciones, señalando que necesitamos crear formas de comunicación con ellos y presentarles la relevancia de nuestro mensaje. Pero ahora, especialmente durante la pandemia, el desafío de comunicar la verdad en forma positiva, clara y relevante, no es solamente en relación con las nuevas generaciones, sino un desafío de hacerlo ante cada generación.

Una de mis preocupaciones es la siguiente: Necesitamos encontrar formas de reconectarnos con muchos de nuestros miembros de iglesia y ayudarlos a contemplar la belleza de la verdad bíblica y la relevancia de la Palabra de Dios para nuestro tiempo. Necesitamos ayudarlos a protegerse de lo que Eugene Peterson describe como la “nueva trinidad contemporánea” que reemplaza a la Trinidad de Dios y que la constituyen “mis santos sentimientos, mis santos deseos y mis santas necesidades”.

Trabajando con las líneas del frente de la iglesia

Este es un movimiento; sin embargo, no se lleva a cabo en el Concilio Anual de la Asociación General. Lo más que podemos hacer aquí es expresar algunas preocupaciones y discutir sobre algunas estrategias para enfrentar el problema. Pero las iniciativas más eficaces deben ocurrir em las líneas de frente de la iglesia.

Los desafíos que se discutieron ayer y que fueron predicados por el pastor Wilson el sábado, no pertenecen exclusivamente al ámbito de la AG: Pertenecen más bien al ámbito de la Iglesia Adventista del Séptimo Día como un todo.

Todos nosotros juntos, especialmente como dirigentes de uniones y divisiones, necesitamos tomar en nuestras manos esas preocupaciones. Necesitamos dedicar tiempo a orar, a pensar en ello, evaluando, estudiando, discutiendo y planificando estrategias para cambiar la situación actual. Si nos limitamos a felicitar a la AG por el ensamblaje de las discusiones y las presentaciones de entretenimiento; o si por otra parte, solamente criticamos y pedimos más iniciativas en un aspecto específico, no vamos a cambiar casi nada.

Debemos partir de este Concilio Anual considerando qué es lo que haremos en las reuniones de fin de año en nuestra división. Debemos decidir cómo manjar esta situación en el nivel de unión y cómo llegar a nuestros pastores e iglesias locales.

Presupuestos, edificios y organismos

Como dirigentes, con frecuencia nos preocupamos mucho por la administración de la iglesia y nos involucramos mucho en los negocios de la misma. Discutimos planes y estrategias para ayudar a la iglesia a ir hacia adelante. Nos sentimos contentos por nuestras finanzas, nuevos edificios, instituciones, nuevos proyectos y programas. Poco a poco, todo ello termina convirtiéndose en un fin en sí mismo.

Algunos expertos identifican lo anterior como las nuevas “3 B” del moderno negocio de la iglesia. Estas son las tres prioridades importadas del mundo de los negocios que han comenzado a seducirnos.

Estas Tres B, son Presupuestos, Edificios y Organismos. (En inglés, las palabras que nombran estas tres prioridades comienzan con la letra B). Comenzamos a medir nuestro progreso según nuestras finanzas, nuestros bienes y el crecimiento de nuestra feligresía. Todas estas cosas son importantes y las necesitamos para mantener marchando nuestra organización. Pero ellas no son la esencia de nuestra iglesia. Nuestra iglesia se basa en su mensaje y en su misión; todo lo demás depende de ello.

No debemos dejarnos consumir por estas tres B. Si no empleamos tiempo para discutir nuestras creencias, nuestra teología y nuestros desafíos espirituales; si no encontramos formas de modificar algunas tendencias, podríamos terminar progresando mucho en nuestro negocio, pero desprovistos de nuestra identidad. Podríamos terminar siendo una sólida organización, pero una iglesia débil.

¿Iglesia o corporación?

Leí recientemente un artículo que comentaba sobre las razones principales en torno a los muchos escándalos que involucran a pastores, dirigentes religiosos y estrellas religiosas en el mundo cristiano. El artículo presentaba las opiniones de tres líderes procedentes de algunos de los más prominentes seminarios teológicos evangélicos en los Estados Unidos. De acuerdo con su evaluación, las denominaciones cristianas están enfrentando un vasto problema espiritual. Los dirigentes cristianos han adoptado las estrategias del mundo de los negocios y han debilitado su esencia como familia espiritual.

La  Iglesia Adventista del Séptimo Día está enfrentando desafíos similares. De la misma manera como ocurre en las grandes corporaciones, nuestras reuniones dedican una cantidad significativa de tiempo a propósitos de orden técnico. Algunas veces, al final de nuestras sesiones, olvidamos que fue una reunión de la iglesia remanente de Dios. Simplemente damos por terminado el negocio y nos sentimos satisfechos de ello.

Es tiempo ya de orar y discutir sobre estos asuntos en forma más intencional, al tomar decisiones prácticas que involucran tiempo, nuestros mejores recursos humanos y financieros y otras posibilidades.

Así que, por favor, toma este asunto en tus manos. Como miembros de iglesia, ora acerca de ello y discútelo con tu pastor, la junta de la iglesia y la iglesia local. Como representantes de las instituciones de la iglesia, tómalo en tus manos y evalúa de qué manera la institución puede alinearse más al mensaje que al mundo mercantil.

Invertimos una cantidad sustancial de dinero en campañas de mercadeo, entrenamiento de personas y proyectos de asesoría. Estas cosas nos ayudan a enfrentar las complejidades mercantiles actuales; pero, ¿cuánto estamos invirtiendo en nuestra filosofía, en la formación espiritual de nuestros obreros, nuestra misión y nuestra identidad como adventistas del séptimo día?

No estamos en un negocio. Estamos en una misión. El único negocio que se lleva consigo es simplemente una herramienta que nos ayuda a cumplir nuestra misión. Así que, regresemos a la esencia de nuestro papel a desempeñar como iglesia remanente.

Cuando los dirigentes máximos de una institución adventista delegan los aspectos espirituales de esa institución a otros, creando posiciones para que otros se encarguen de ello, los promuevan o defiendan esta idea dentro de la organización, entonces tales aspectos espirituales han dejado se ser una prioridad en la institución.

Establecer prioridades 

Las prioridades son esenciales y dependen del dirigente máximo. La persona en esa posición puede rodearse de otros colegas que le sean de apoyo. Pero el establecimiento de las prioridades es responsabilidad del líder.

Hago un llamado a los líderes de las asociaciones y uniones a dedicar por favor un tiempo para discutir este asunto con sus pastores, buscando la mejor forma de enfrentar esos desafíos en forma positiva y salvífica. No pelear con las personas, sino hacer lo mejor para fortalecer nuestro mensaje.

¿Cómo podemos revitalizar nuestros púlpitos con mensajes bíblicos más sólidos? ¿Cómo podemos usar nuestros recursos de comunicación para hablar un lenguaje que pueda llegar al corazón de las personas? Los pastores locales esperan ver este tipo de iniciativa de parte de sus dirigentes. Los líderes ejercen una sólida influencia.

Cuando los pastores ven que sus líderes no simplemente invitan a otras personas a hablar sobre estos asuntos, sino que tienen una actitud dinámica al discutir proyectos, estrategias e inversiones, muy pronto identifican cuál es la prioridad de la iglesia. Y entonces los pastores comienzan paso a paso a dirigir su ministerio en esa dirección. Cuando los dirigentes máximos hablan sobre ello, se toman el tiempo y muestran interés en discutir los desafíos espirituales y teológicos que estamos enfrentando, algo comienza a ocurrir.

El camino hacia adelante

Después del Concilio Anual, el primer paso debe darse en el nivel de división. Las divisiones son el brazo de la AG en las diferentes regiones en torno al mundo. Las divisiones deben hacerse cargo de los asuntos principales, adaptarlos a su realidad particular y ponerlos en ejecución.

Esta es la razón por la que estoy apelando a los dirigentes de las divisiones, de manera que tomen seriamente los desafíos espirituales que estamos enfrentando. Animen a la iglesia a orar y pedir el derramamiento del Espíritu Santo. Al mismo tiempo, tomen en sus manos esta discusión y comiencen a trabajar en favor de soluciones reales en su región. Cuentan con buenos teólogos que pueden ayudarlos. Tenemos colegas aquí en la AG que les pueden ser de mucha ayuda y apoyo. Por favor, dediquen tiempo a comentar sobre esos asuntos en sus juntas.

Mantengan su enfoque en el crecimiento de la iglesia, pero no olviden que nuestra identidad es la base del real cumplimiento de nuestra misión. Las denominaciones que han perdido su identidad han dejado de crecer. Actualmente, muchas de las denominaciones que han perdido su identidad son instituciones con iglesias adjuntas, en vez de ser iglesias que operan instituciones. Aprendamos de la experiencia de otros. Si hacemos de nuestra identidad una prioridad, nuestro negocio será bendecido y podremos cumplir nuestra misión.

Necesitamos permanecer fieles a la Palabra de Dios y a nuestra esencia, como pueblo llamado a vivir y dar a conocer el mensaje bíblico del tiempo del fin. Debemos tener siempre en mente que somos llamados a llenar no solamente nuestras iglesias, sino también el cielo. Y como leemos en Judas 3, somos llamados “a que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”.

Traducción – Gloria A. Castrejón

 

 

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