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En estos momentos de dolor y agitación en los Estados Unidos, nuestros corazones continúan expresando simpatía por todos los que han sufrido, y en especial a las familias de Ahmaud Arbery, Breonna Taylor y George Floyd, cuyas vidas terminaron de manera trágica.

Como adventistas del séptimo día, nos unimos en todo el mundo para condenar el racismo, la intolerancia, el odio, el prejuicio y la violencia en todas sus formas. Sabemos que Dios es un Dios de justicia, que lo ve y lo sabe todo, y esperamos que él cumpla su Palabra cuando expresa: “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).

En nombre de la familia mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, he enviado cartas de condolencia a las familias de Ahmaud Arbery, Breonna Taylor y George Floyd, expresando nuestro dolor por la trágica pérdida de sus seres queridos y declarando inequívocamente que como adventistas del séptimo día, defendemos fuertemente principios bíblicos que se oponen al odio, la ira, el racismo, la intolerancia, las conjeturas malignas y el prejuicio, entre otros, y ofrecemos a las familias el apoyo, la esperanza y el aliento por medio de la Iglesia de Dios. Asimismo, estamos enviando a cada familia una indicación pequeña pero tangible de simpatía y aliento práctico en la forma de un arreglo frutal comestible, que nos fue facilitado por la conexión que tiene la Universidad Oakwood con la compañía Edible Arrangements.

Lo animo también a usted, como adventista del séptimo día, a llegar hasta estos u otros individuos dentro de la comunidad local llevando, de manera práctica, la paz, el consuelo, la esperanza y el valor que solo Cristo puede brindar cuando seguimos su ejemplo en el ministerio descrito en Lucas 4:18. Como cristianos, buscamos practicar, mediante la presencia del Espíritu Santo, el fruto del Espíritu: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22,23). Mientras el mundo está lleno de maldad y dolor, tomemos ánimo en la Palabra de Dios que nos puede ayudar a hallar un camino mejor. Jesucristo es central, y él es el único que puede en verdad cambiar el corazón de una persona en este mundo lleno de pecado.

Dios nos llama para que brillemos como luces en este mundo oscuro y enfermo por el pecado, llevando a todas las personas hacia Jesucristo, nuestro Salvador, y ministrando de una manera tangible a aquellos que tienen necesidades físicas, sociales, emocionales, mentales y, lo que es más importante, espirituales. “Un gran número de preciosos seres humanos están a tientas en la oscuridad; sin embargo anhelan, oran y lloran por la verdad”.[1]

Pidamos a Dios que nos guíe al llegar a otros con corazones y manos de sanación, ministrando a los que están necesitados de esperanza y sanación en este momento.

Y que al mirar hacia el futuro, jamás olvidemos que un día muy pronto, Jesucristo vendrá otra vez y llevará a todos los que lo aman a un lugar mucho mejor, donde “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron” (Apocalipsis 21:4).

 

Ted N.C. Wilson, presidente
Asociación de los Adventistas del Séptimo Día
Sede de la Iglesia Adventista, Silver Spring, Maryland, Estados Unidos

[1] Elena G. White, El otro poder, p. 65.

Traducción de Marcos Paseggi

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