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21 de junio de 2020 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Por: Ted N.C. Wilson

Amigos, me siento feliz de conectarme otra vez con ustedes al final de otra semana. Mientras el mundo sigue avanzando lentamente para salir de la situación del coronavirus, estamos viendo que algunos lugares se abren, y algunas personas están pasando a lo que se ha denominado “la nueva normalidad”.

Al enfrentar cualquier cosa que pueda acometernos, este es un momento excelente para profundizar en el estudio de la Palabra de Dios —que jamás cambia— y en particular en la profecía, que nos da la seguridad de que la Palabra de Dios es verdadera.

Durante las últimas dos semanas, hemos estado analizando las profecías que se encuentran en el libro de Daniel, y hoy analizaremos brevemente el capítulo fundamental de Daniel 8.

Ahora bien, este capítulo es tan profundo, que no podemos cubrirlo todo durante estos breves momentos juntos. Analicemos no obstante algunos puntos destacados:

Daniel 8 comienza en tiempo de los medopersas, simbolizados por el carnero con dos cuernos, como lo explica el ángel en el versículo 20. El carnero es derrotado por el macho cabrío, que viene de occidente sin tocar el suelo, teniendo un cuerno prominente, lo que simboliza a Grecia y la asombrosa conquista veloz de Alejandro Magno. Los cuatro cuernos que remplazaron al cuerno prominente simbolizan la división de Grecia entre cuatro de los generales de Alejandro. De uno de los cuatro vientos vino un “cuerno pequeño” que se expandió en primer lugar horizontalmente, como lo vemos en el versículo 9, lo que simboliza la conquista de Grecia por parte de la Roma pagana, y entonces verticalmente, como lo vemos en los versículos 10 al 12, simbolizando la usurpación que hizo la Roma papal de los poderes y prerrogativas que le pertenecen a Cristo, llamado aquí “el príncipe de los ejércitos”.

El derribamiento de las estrellas y del ejército representan la persecución del pueblo de Dios, y el derribamiento de “el lugar de su santuario” indica que el poder papal buscaría desplazar el ministerio de Jesús en el santuario celestial con un sacerdocio y un sistema de salvación falsificados.

Y ahora, el climax de esta visión aparece en Daniel 8: 13,14:

“Entonces oí hablar a un santo; y otro de los santos preguntó […]: ‘¿Hasta cuándo durará la visión del sacrificio continuo, la prevaricación asoladora y la entrega del santuario y el ejército para ser pisoteados?’ Y él dijo: ‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado’”.

Verán ustedes, el pueblo de Dios ha hecho una y otra vez la pregunta: “¿Hasta cuándo?” Por ejemplo, en Josué 18:3, Josué preguntó hasta cuándo Israel esperaría para poseer la tierra que Dios les había dado. En 1 Reyes 18:21, Elías pregunta al pueblo: “¿Hasta cuándo vacilaréis vosotros entre dos pensamientos?” En Salmos 94:3 leemos: “¿Hasta cuándo los impíos, hasta cuándo, Jehová, se gozarán los impíos?” y en Daniel 12:6,7 leemos: “¿Cuándo será el fin de estas maravillas?” Y se da la respuesta: “Será por tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas se cumplirán”.

Dado que nuestro tiempo es muy limitado, permítanme resumir algunos de los principales puntos:

Uniendo los dos pasajes de Daniel 8 y 12, aprendemos que después del fin de los “tres tiempos y medio” o los 1260 días proféticos, que simbolizan 1260 días literales, el cuerno pequeño sería derribado (lo que se produjo en 1798), llevando al fin de los 2300 días (o años) en 1844, cuando la verdad del ministerio celestial de Cristo comenzaría a ser restaurado. En 1844, comenzaría la “purificación” del santuario celestial, en referencia al juicio sobre el pueblo de Dios y la revelación de quién formará parte del reino de Cristo.

Verán ustedes, amigos, el tema del ministerio de Cristo en el santuario celestial es de suma importancia para que lo entendamos. En el libro El conflicto de los siglos, p. 479, leemos: “El pueblo de Dios debería comprender claramente el asunto del santuario y del juicio investigador. Todos necesitan conocer por sí mismos el ministerio y la obra de su gran Sumo Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercitar la fe tan esencial en nuestros tiempos, o desempeñar el puesto al que Dios los llama”.

En nuestro video de la próxima semana, hablaremos más del santuario celestial, de lo que Jesús está haciendo allí, y de qué relación tiene eso con nosotros. Es un mensaje tan fundamental y relevante para nosotros hoy.

Para cerrar, me gustaría animarlos: ¡Tengan buen ánimo! Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, está ministrando por nosotros ahora mismo en el santuario celestial, así como lo han indicado las Escrituras. Podemos tener confianza en él y en su Santa Palabra.

Oremos. Padre que estás en el cielo, quédate con cada persona en este mundo y ayúdalos a entender que la profecía nos ha sido dada para darnos seguridad, y para animarnos mostrándonos que tú has provisto todo para nosotros en estos últimos días de la historia de la Tierra, y que Jesús está obrando por nosotros ahora mismo en el Lugar santísimo del santuario celestial. Te agradecemos por lo que está haciendo en el juicio investigador. Y estamos tan agradecidos porque su sangre y su gracia puede cubrirnos cuando nos entregamos a él cada día. Gracias por la promesa de tu pronta venida. Y Señor, ayúdanos a ser tus manos y tus pies para sanar y brindar la esperanza que este mundo tanto necesita. En el nombre de Jesús, amén.

Traducción de Marcos Paseggi

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