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30 de mayo de 2020 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Por: Ted N.C. Wilson, Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día

Durante las semanas previas hemos sido testigos de situaciones sumamente inusuales ocurridas en todo el mundo. La pandemia del COVID-19 ha acabado con muchas vidas y ha trastornado la vida diaria, según la acostumbrábamos. La violencia y el odio continúan exhibiéndose en corazones no convertidos, como se ha hecho manifiesto en devastadores bombardeos en sitios como Afganistán. Opresión y ausencia de libertad religiosa reinan en muchos lugares, incluyendo Burundi. El terrorismo hace sentir su horrible presencia y afecta a muchas vidas inocentes en inesperadas partes del mundo. Desplazamiento y masivas migraciones humanas han sido el resultado de la inestabilidad de orden político, económico y de seguridad. Los incendios, erupciones volcánicas, ciclones y devastadoras inundaciones en diferentes partes del mundo, siembran estragos periódicamente con intensidad cada vez mayor.

En todo el mundo, las relaciones humanas se han roto en pedazos y la comprensión interpersonal se ha visto socavada por el fanatismo y la intolerancia, la frustración y la ira. Recientemente, varios acontecimientos han llevado a la furia e incluso a la muerte en contra de personas afroamericanas desarmadas, culminando con la horrible, insensata y brutal muerte de un afroamericano totalmente desarmado y esposado, de manos de un oficial de la policía. Otros actos irracionales como este pueden tener lugar en varias situaciones en todo el mundo. Aquellos que siguen perpetrando tan reprensible trato contra otros seres humanos, deben ser hechos responsables de acuerdo a las leyes establecidas. Debe ponerse un alto al ciclo de odio y brutalidad. Sin embargo, esto solamente puede ocurrir cuando la gente someta su vida y acciones a Dios. Se insta a todos los adventistas del séptimo día en todo el mundo, a orar fervientemente por las familias que han perdido a sus seres amados en muertes malintencionadas, así como por causa de desastres naturales, COVID-19 y demás.  Procuremos ser instrumentos de paz y sanidad para los corazones rotos y las comunidades fragmentadas.

Por naturaleza propia, tendemos a reaccionar en forma severa y vengativa. Es solamente al humillar nuestro corazón delante del Señor, que él puede tomar control de nuestra vida y permitirnos vivir la vida de acuerdo a su Santa Palabra. El apóstol Pablo señala en Filipenses 2:12-13, “Así que, mis queridos hermanos, como han obedecido siempre —no solo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia— lleven a cabo su salvación con temor y temblor,  pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad”. Pablo nos está instando a enfocar la atención en nuestra relación con Dios, porque solamente él puede obrar en nosotros, por medio de su justicia, nuestra justificación y santificación, transformándonos cada vez más a su semejanza. Esta es obra de Dios y es de vital importancia al acercarnos al fin del tiempo y a la pronta venida del Señor.

Todos los acontecimientos desastrosos que ocurren a nuestro alrededor nos recuerdan que estamos viviendo en los últimos días de la historia de este mundo, justamente antes de la segunda venida de Jesús. Él predijo que acontecerían desastres y vendrían grandes problemas al final del tiempo. Mateo 24:4-14 registra sus palabras: “ —Tengan cuidado de que nadie los engañe —les advirtió Jesús—.  Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos.  Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras, pero procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin.  Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes.  Todo esto será apenas el comienzo de los dolores. Entonces los entregarán a ustedes para que los persigan y los maten, y los odiarán todas las naciones por causa de mi nombre. En aquel tiempo muchos se apartarán de la fe; unos a otros se traicionarán y se odiarán;  y surgirá un gran número de falsos profetas que engañarán a muchos.  Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará,  pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”.

Romanos 1:29-32 cita muchas características de aquellos que no permiten que el poder de Dios controle su vida. Son personas que “…se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos,  calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no solo siguen practicándolas, sino que incluso aprueban a quienes las practican”.

¿Cómo podemos responder a todo este pecado y actividad maléfica que nos rodea y a los horribles actos de violencia en contra de otros seres humanos en nuestra zona local y también en el ámbito mundial? Dios nos ha dado consejos muy directos sobre cómo contrarrestar esas despreciables acciones de odio y animosidad. Nos ha dado, como cristianos —seguidores de Jesucristo mismo— cuidadosa y directa instrucción a través del apóstol Pablo en Romanos 12:9-21: “El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien.  Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu. Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.  Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad.  Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan.  Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.  Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.  No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos.  Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.  No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor.  Antes bien, «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber.
Actuando así, harás que se avergüence de su conducta». No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien”.

Como adventistas del séptimo día, pongámonos de parte de la verdad bíblica, de los principios eternos, de lo que es correcto y de los de corazón quebrantado, los cautivos, ciegos y oprimidos. Al hacerlo, estaremos siguiendo en los pasos del ministerio de Cristo encontrados en Lucas 4:18, con el propósito espiritual de señalar ante las personas al Cordero de Dios que puede salvarlas y transformarlas en nuevas criaturas, como lo indica 2 Corintios 5:17, en preparación para su segunda venida.

Debemos recordar que, en un futuro próximo, la opresión religiosa se hará manifiesta hacia todos los verdaderos creyentes de la Biblia que se identifican con aquellas características del pueblo de Dios de los últimos días, encontradas en Apocalipsis 12:17: “Entonces el dragón [Satanás] se enfureció contra la mujer [la iglesia de Dios] y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes [remanente], los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús”,  que  Apocalipsis 19:10 nos dice que tal testimonio es “el espíritu de profecía”. Dios sustentará a su pueblo a través de su recto poder, al manifestar las dos características mencionadas anteriormente, que incluyen la observancia de todos los mandamientos y de no dejar fuera el cuarto mandamiento de santificar el séptimo día sábado; todo ello a través del poder de Dios y no de nosotros mismos.

Sabemos que esta lealtad incondicional a las instrucciones de Dios habrá de provocar una terrible reacción de parte de aquellos que se oponen a la ley de Dios y al cuarto mandamiento, lo cual traerá como resultado persecución, violencia e ira contra aquellos que siguen a Dios en vez de observar días de adoración designados por el hombre. Esta persecución será inflexible y severa.  En el libro, El conflicto de los siglos, su autora, Elena G. White, señala lo siguiente: “A los que obedezcan con toda conciencia a la Palabra de Dios se les tratará como rebeldes. Cegados por Satanás, padres y madres habrá que serán duros y severos para con sus hijos creyentes; los patrones o patronas oprimirán a los criados que observen los mandamientos. Los lazos del cariño se aflojarán; se desheredará y se expulsará de la casa a los hijos. Se cumplirán a la letra las palabras de San Pablo: “Todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padecerán persecución”, señala 2 Timoteo 3:12. Cuando los defensores de la verdad se nieguen a honrar el domingo, unos serán echados en la cárcel, otros serán desterrados y otros aún tratados como esclavos. Ante la razón humana todo esto parece ahora imposible; pero a medida que el espíritu refrenador de Dios se retire de los hombres y estos sean dominados por Satanás, que aborrece los principios divinos, se verán cosas muy extrañas. Muy cruel puede ser el corazón humano cuando no está animado del temor y del amor de Dios” (p. 608).

Mis queridos hermanos, miembros de iglesia de todo el mundo: Al proclamar ahora el mensaje de los Tres Ángeles, de Apocalipsis 14:6-12  a través de la iniciativa Todo Miembro Involucrado, llamando a la gente a regresar  a la verdadera adoración de Dios en reavivamiento y reforma y a recibir el sello de Dios; al observar su séptimo día de reposo, en oposición al recibimiento de la marca de la bestia, que es el guardar el espurio y falso día de reposo, vamos a atraer sobre nosotros una increíble oposición. Pero Dios va a proteger y a cuidar de su pueblo mientras proclama el mensaje del cuarto ángel, en Apocalipsis 18:1-4, que llama a la gente a salir de Babilonia y la confusión, a la verdadera adoración de Dios y, a ponerse de su parte, en contraposición a la lealtad brindada a la actividad religiosa humanamente orientada, la cual enfoca su atención en la tradición en vez de solamente en la Biblia, la Palabra de Dios.

Al considerar la reacción adversa provocada al presentar la verdad bíblica en su totalidad, pongámonos de parte hoy de aquellos que han sido tratados con malignidad y falta de dignidad y respeto, mostrándoles el amor de Cristo. Recordemos que nuestra libertad religiosa y nuestros derechos pueden ser cortados y entonces seremos nosotros los que habremos de enfrentar grandes dificultades. Muchos de nosotros enfrentaremos el mismo tipo de trato injusto y derogatorio, como el que están experimentando muchos actualmente; pero vamos a confiar completamente en Cristo en cada necesidad y entonces podremos todavía así manifestar el amor de Cristo por nuestros opresores; todo ello a través del poder del Espíritu Santo. Dios velará sobre cada uno de nosotros.

Por la gracia de Dios, continuemos siendo fieles a Dios y su verdad, al ayudar a aquellos que enfrentan toda clase de dificultades, a fin de poderles señalar a Cristo, su Palabra, su justicia, su servicio en al santuario, su poder Salvador en medio de la gran controversia, sus mensajes de los tres ángeles, su mensaje de salud, su misión de los últimos días en el mundo, incluyendo la necesidad de rogar por el derramamiento de la lluvia tardía del Espíritu Santo y la muy pronta venida de nuestro Señor Jesucristo.

Traducción – Gloria A. Castrejón

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