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9 de abril de 2020 | Miami, Florida, Estados Unidos | Libna Stevens, División Interamericana

A comienzos del mes de marzo, Antonio Casarrubias, un colportor adventista del séptimo día de la municipalidad de Yaupetec en Morelos, México, estaba seguro de que el primer trimestre del años sería el mejor de todos para las ventas. “Estaba creciendo monstruosamente bien en tan solo los dos primeros meses del año,” dijo Casarrubias. “Era una locura; increíble”. Entonces llegaron las advertencias por el coronavirus. Las escuelas y las empresas comenzaron a cerrar, los grandes encuentros de gente se suspendieron, y las visitas a los hogares se tornaron imposibles.

En sus años como colportor de tiempo completo, Casarrubias jamás ha experimentado la imposibilidad de conectarse con las personas y de hacer algo que le gusta mucho. Ha visitado a estudiantes en sus escuelas, empresas. También a políticos y artistas, ha estado en grandes conferencias, y la lista podría seguir. “Las cosas son terribles porque la gente no quiere que uno se le acerque; no quieren escucharme”.

El colportor Antonio Casarrubias de Yautepec, Morelos, en México, hace un gesto de saludo durante una conferencia especial de capacitación para estudiantes interesados en vender libros durante los meses de verano en Catemaco, Veracruz, en febrero de 2019. [Fotografía: Gregorio Vásquez/Unión Mexicana Interoceánica]

Para Casarrubias, de 52 años, esto es extremadamente inusual. Ha sido campeón de colportaje en su asociación y unión durante los últimos cinco años. Es uno del selecto grupo de colportores destacados de la Unión Mexicana Interoceánica, que compra miles de dólares de libros para vender todos los años. Ha costeado los estudios de arquitectura de su hijo mayor, y su otro hijo está terminando la escuela secundaria.

Un llamado de Dios

“Honestamente, ya puedo decir que abril va a ser un mes muerto en ventas”, dijo. “Pero hay que ser creativo, ver cómo se puede improvisar para acercarse a la gente, para saber qué hacer y decir en estos días”. Casarrubias está practicando el distanciamiento social, mientras continúa con tan solo unos pocos clientes que están dispuestos a escucharlo y comprarle libros. “Muchas personas están perdiendo el trabajo y se han quedado sin ingresos, por lo que no pueden comprar demasiado”.

“Una situación de crisis es un llamado de Dios”, dijo Casarrubias. Su fe no se ha visto sacudida desde que comenzó a dedicarse al evangelismo por impresos hace casi tres décadas. “Yo siento a Dios en este ministerio. No siento temor del coronavirus, porque Dios me ha llamado y me ayudará a pasar esto según su voluntad”. Ha visto que más de 500 personas decidieron bautizarse por medio de los libros y el ministerio de su evangelismo por impresos.

Antonio Casarrubias habla a más de 2500 líderes municipales y miembros de la comunidad, durante una conferencia llevada a cabo en marzo de 2019 en Yautepec, Morelos, México, para celebrar el Día Internacional de la Mujer. [Fotografía: Cortesía de Antonio Casarrubias]

“El colportaje es un llamado de Dios. Este es el tiempo en que hay que aferrarse a la mano de Dios”, le dice a su grupo de colportores casi todos los días por medio de mensajes de voz y de texto. Casarrubias colabora como director asociado de ministerios de las publicaciones en la Asociación del Pacífico Sur Mexicana. Su grupo de doce colportores adquiere un promedio de 157 mil dólares en libros todos los años. Casarrubias dijo que todos los de su grupo siguen firmes en la fe, pero qué el teme que otros grupos se estén desanimando y dejen este ministerio en medio de las dificultades por la pandemia.

Una fe inamovible

Al igual que Casarrubias, la fe de Virginia Jiménez tampoco se ha visto sacudida. Como colportora durante nueve años en la Municipalidad de Juan Rodríguez Clara en Veracruz, México, dice que los cambios en las ventas de libros ya son evidentes. “Me mantengo en mi comunidad estos días y trato de visitar a mis clientes regulares, pero la mayoría no puede comprar nada porque no están ganando nada de dinero”. Sigue saliendo todos los días, manteniendo las medidas de distanciamiento social e invitando a los clientes o a personas que encuentra en la calle para que vean las presentaciones de los nuevos libros desde lejos. “Me encanta predicar el evangelio. Me encanta dar estudios bíblicos. Coloco ante Dios esta obra y oro para que él continúe usándome para compartir este mensaje maravilloso”.

Jiménez ha costeado los estudios de su hijo mayor en la universidad, y tiene otros dos hijos en la escuela secundaria, gracias a su labor de colportaje. Cada año, compra aproximadamente 12 mil dólares en libros y los vende a todos.

Virginia Jiménez de Veracruz, México, está ansiosa de volver a visitar las comunidades cercanas que solía visitar antes de las estipulaciones de aislamiento por el coronavirus que se instauraron el mes pasado. Ella dice que le encanta vender libros cristianos y dar estudios bíblicos. [Fotografía: Cortesía de Virginia Jiménez]

“Dios me ha bendecido tremendamente”, dice. Cada vez que envía un pedido de materiales a la casa publicadora, paga los diezmos y ofrendas antes de vender algo. Su esposo, que cuida de su madre anciana, vende cosas en el mercado todas las veces que puede.

Jiménez se aferra a Isaías 40:31: “Mas los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán”. Ella sale cada día para ver a quién puede impactar con una palabra de aliento, una oración y, si la persona tiene dinero para gastar, con un libro. Hasta el momento, alaba a Dios porque por medio de su ministerio se han bautizado más de cincuenta personas en la Iglesia Adventista. Sueña con pronto tener la posibilidad de visitar otras comunidades cercanas para continuar con su ministerio. Sabe que va a sentir el embate de la disminución en las ventas debido a los efectos del coronavirus en su comunidad en este mes de abril.

Se muestra agradecida porque los líderes de la iglesia le han provisto de fondos y provisiones para su familia y las familias de los demás colportores.

El colportor Higinio Martínez, de la Misión Alpina en el territorio de la Unión Mexicana Interoceánica, sonríe con su esposa e hija después de recibir alimentos de parte de los líderes de la iglesia la semana pasada. [Fotografía: Unión Mexicana Interoceánica]

Asistencia financiera

Casarrubias y Jiménez se encuentran entre los 120 colportores de tiempo completo que recibieron asistencia monetaria y de alimentos la semana pasada, dice el pastor Martín Olvera, director del ministerio de las publicaciones de la Iglesia Adventista en la Unión Mexicana Interoceánica, con sede en Puebla.

“Estamos muy preocupados por ellos, porque no están recibiendo un pago constante, y estos son momentos cruciales para ellos”, dice el pastor Olvera. Él y el equipo de publicaciones están a cargo de 180 colportores de tiempo parcial, y un promedio de 150 estudiantes colportores en esa región.

Olvera lleva a cabo reuniones en línea con sus directores, para continuar alentando a los colportores en medio de este lento proceso durante las medidas de distanciamiento. La iglesia planea continuar apoyando a sus colportores durante el mes de abril y, de ser necesario, extender o brindar créditos especiales para ellos a partir de mayo. “A pesar de todo he visto que la fe de ellos es sólida, y los valoramos porque son una parte integral del evangelismo en el territorio de nuestra unión”, dice el pastor Olvera. Expresó que el equipo de colportores del territorio son los primeros en ventas de entre las cinco uniones o regiones eclesiásticas de México.

Un grupo de líderes de la iglesia, directores y directores asociados del ministerio de las publicaciones en el territorio de la Unión Mexicana Interoceánica posan para una foto grupal, durante una capacitación especial para estudiantes colportores llevada a cabo en febrero de 2019 en Catemaco, Veracruz, México. [Fotografía: Gregorio Vázquez/Unión Mexicana Interoceánica]

La excelente obra de los colportores

El pastor Erwin González, director de ministerios de las publicaciones de la Iglesia Adventista en Interamérica, celebra el éxito del grupo de colportores de elite de la Unión Mexicana Interoceánica.

“Ellos se destacan entre los primeros de las 24 uniones de Interamérica, y están en primer lugar contra el resto de la iglesia mundial en el área de evangelismo por impresos”, dice González. Sin embargo, cada uno de los colportores de la División Interamericana, todos los 1714 de tiempo completo, 4000 de tiempo parcial y 2950 estudiantes colportores juegan un papel clave para esparcir el evangelio, añade.

“El coronavirus ha dificultado mucho la obra del colportaje, porque se han cancelado seminarios y grandes eventos, y el contacto en persona se ha visto limitado severamente”, explica González. “Muchos han logrado visitar una persona recomendada por un amigo o cliente, por una familia o colega de trabajo, pero no ha sido fácil”.

Los directores asociados de colportaje Roselia Casango (izquierda) y su esposo Robert Eli, de la Asociación Olmeca, sonríen al recibir una gran bolsa de alimentos para su familia. [Fotografía: Unión Mexicana Interoceánica]

González se reúne periódicamente en línea con sus directores de publicaciones de la unión y les pide que animen a los colportores, recordándolos de las promesas de la Biblia.

“Todas nuestras uniones que supervisan la obra de los colportores han tomado acciones para ayudar a los colportores y ya han distribuido fondos y alimentos para ayudar a sus familias”, dice González.

Colportores fieles

“Sabemos que han sido llamados a ser mensajes especiales del Señor”, añade. “No se desaniman al enfrentar esta situación, porque saben que llegará el tiempo del fin y su ministerio [de colportaje] es una oportunidad bendita de alcanzar a otros para el cielo”.

De izquierda a derecho: Sandy Fulgencio, directora de la Casa Publicadora IADPA en el país; José Modesto, director del ministerio de las publicaciones de la Asociación Central Dominicana; Erwin González, director de ministerios de publicaciones de Interamérica; Clemente González, colportor con más ventas en la República Dominicana; y Roberto Matos, director del ministerio de publicaciones de la Unión Dominicana. Clemente González sostiene una placa con los líderes, después de recibir el primer premio como colportor, durante una ceremonia especial en Santo Domingo, el 18 de enero de 2020. [Fotografía: Unión Dominicana]

Clemente González, de 52 años, es uno de los ochenta colportores de la República Dominicana que está sintiendo los efectos de las ordenanzas sobre distanciamiento social. A pesar de ello, él sigue adelante, aunque no puede visitar las escuelas, las empresas y los hogares. “Me estoy aferrando a Dios”, dice. En 2012, decidió cerrar un minimercado que tenía para convertirse en colportor. Es una decisión que jamás ha lamentado. González sale cada día para ver si alguno de sus clientes regulares o miembros de iglesia necesita aliento o un nuevo libro.

Es el colportor que más vende en su país, y vive en una de las más grandes municipalidades de Santo Domingo, donde hay casi un millón de personas. Ha logrado cubrir los gastos escolares de sus cinco hijos y se pregunta por qué no se dedicó antes al colportaje. “Más miembros deberían participar de este ministerio porque es tan gratificante. Este ministerio desarrolla la fe todos los días”, expresó.

El coronavirus no lo asusta. “No estoy preocupado porque Dios nos protege, y este es un ministerio maravilloso que podemos llevar adelante con Dios”, dijo González.

Los líderes de la Iglesia Adventista en la isla han brindado fondos y bolsas de alimentos para la familia de cada colportor de tiempo completo, dice el pastor Roberto Matos, director de ministerios de publicaciones de la Iglesia Adventista en la República Dominicana. “Estamos trabajando con la posibilidad de ayudarlos durante el mes de abril, además de implementar estrategias para compartir más libros proféticos y libros de salud tan pronto como se levanten las medidas de la cuarentena”.

En Panamá, 82 colportores de tiempo completo no han podido visitar a nadie durante las estrictas órdenes de cuarentena por parte del gobierno, informó Luis Atencio, director del ministerio de las publicaciones de la Iglesia Adventista en Panamá. “Desafortunadamente, nuestros colportores están atrapados en sus hogares sin recibir ningún ingreso, y eso está afectándolos y afectando nuestras librerías”, dijo Atencio. Los líderes están en contacto con el gobierno, esperando enterarse de cuándo se levantarán las órdenes, pero Atencio dice que entre tanto, se están distribuyendo asistencia financiera y alimentos a los colportores.

Para saber más sobre la Iglesia Adventista en Interamérica y sus ministerios de las publicaciones, visite el sitio interamerica.org

Traducción de Marcos Paseggi

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