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12 de marzo de 2020 | Mandeville, Manchester, Jamaica | Shannette Smith, Universidad Norteña del Caribe

Dónde estaba Dios cuando la guerra estaba en casa, cuando le dispararon al farmacéutico, cuando tuvo que vivir en la peligrosa selva, se preguntó Sirivudh Ly, cuando su amigo fue matado a golpes cuando se encontraba solo en los campos de exterminio antes del amanecer y bajo la luz de la luna.

Decenas de estudiantes en el Campus de Mandeville de la Universidad Norteña del Caribe se sentaron en completo silencio mientras el pastor Ly relató de qué manera encontró a Dios en una vida de dolor y odio. Ly, que es pastor distrital de la iglesia adventista Camboyana y la iglesia adventista Filipino Mount Zion en Ontario, Canadá, se dirigieron hace poco a los estudiantes durante el culto de los lunes. Entre los presentes en la audiencia estuvieron el doctor Lincoln Edwards, rector de la Universidad del Caribe; el doctor Mansfield Edward, presidente de la Asociación de Ontario; y Michael Henry, director de educación de la Unión Jamaiquina.

Como hijo de un militar de algo rango y superviviente de un campo de exterminio, Ly mantuvo a la audiencia entretenida con su sonrisa humilde, su personalidad agradable y su presentación interactiva y gráfica. “En todo, den gracias”, dijo al animar a la audiencia para que vea todo lo que es bueno en cada circunstancia y mantengan perspectivas positivas sobre Dios.

El pastor Sirivudh Ly, pastor distrital de la iglesia adventista Camboyana en Ontario, Canadá, se dirige al cuerpo estudiantil de la Universidad Norteña del Caribe en Mandeville, Jamaica. [Fotografía: Universidad Norteña del Caribe]

Dios de lo imposible

Después de afirmar que su historia no era tan importante, Ly expresó: “El poder del que me transformó es lo más importante”, dijo. “La vida es una elección. Pueden tomar la decisión de ver algo bueno, o pueden escoger ver lo malo. Lo que pongan dentro de ustedes, se multiplica”. Ly animó a las personas para que confine en el Dios de lo imposible en lugar de quejarse. Afirmó que cada vida fue creada por Dios con un propósito.

Para la mayoría de los estudiantes de la audiencia, los “Campos de exterminio de Camboya” era hasta ahora un hecho histórico con el que no estaban familiarizados. Para el fin de la presentación del pastor Ly, un sentimiento de admiración y gratitud llenó la habitación.

“Dios no puede bendecirnos porque dudamos de él. No se preocupen, porque él es Dios”, afirmó Ly. Con una actitud de perdón, añadió: “Si las personas los odian, eso es una bendición. ¿Por qué? Porque pueden aprender cómo amar”. Aunque reconoció la presencia del mal y las pruebas en el mundo, declaró: “Espérenlo [a Jesús]: ¡Él viene pronto!”

Un padre abusivo y alcohólico

La historia de Ly comenzó en 1960. Mucho antes del establecimiento de la Kampuchea Democrática por parte del Partido Comunista de Kampuchea en 1975. Aunque creció sin que le faltaran alimentos u otras necesidades básicas, su casa estaba controlada por un padre que se tornaba abusivo cuando estaba borracho.

De izquierda a derecho, el pastor Sirivudh Ly, pastor distrital de la Iglesia Adventista Camboyana; el doctor Lincoln Edwards, rector de la Universidad Norteña del Caribe; y el doctor Mansfield Edwards, presidente de la Asociación de Ontario en Canadá, después de un reciente culto en el campus de la universidad en Mandeville, Jamaica. [Fotografía: Universidad Norteña del Caribe]

Cuando tenía unos 13 años, su vida empeoró. En el comienzo de la pesadilla para su país y su familia, se dio la orden de que los ciudadanos de diversas partes de Camboya “se trasladaran al campo durante tres días”. Los tres días se transformaron en tres años, ocho meses y veinte días. La mayoría de su familia fue asesinada y terminó solo. Recordó cuando fue una tienda a comprar medicamentos para su abuela. Tres soldados con ametralladoras AK47 llegaron y ordenaron que cerraran la tienda. El farmacéutico que trató de defender a las personas fue asesinado a tiros y su sangre salpicó a Ly.

A esa experiencia le siguieron otras. Con nada más allá de las prendas de vestir en la espalda, él y los pocos miembros de su familia que sobrevivieron tuvieron que vivir en la densa selva sin ninguna provisión. Eran comunes la enfermedad, el dolor y la muerte. La ira y el temor eran las únicas emociones que podía sentir.

¿Dónde estaba Dios?

Las cosas empeoraron. Fue convertido en esclavo en un campo de trabajos forzados. Se sentía solo, agotado por el trabajo y enojado. El dolor de perder a su familia y dejar su hogar seguía fresco. Si Dios existía, tenía que ser alguien impotente, cruel e injusto. Ningún Dios de amor permitiría que los buenos y los inocentes sufrieran. ¿Dónde estaba Dios?

En un momento suicida, Ly decidió poner a prueba a Dios mientras estaba hambriento, exhausto y trabajaba horas eternas en un campo solitario. Dios le respondió. Sus opresores le permitieron comer a pesar de que no había completado el trabajo. Con el tiempo, las cosas mejoraron. Recibió la oportunidad de aprender y enseñar inglés. Con el tiempo, decidió ser pastor adventista.

En el presente Ly está casado, tiene tres hijos biológicos y dos adoptados. Ahora, parte de su ministerio es compartir su historia, dar gloria a Dios y dar a otras personas una razón para vivir una vida de gratitud, a pesar de las circunstancias.

Traducción de Marcos Paseggi

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