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“Tenemos que recordar a las víctimas de Experiencias Adversas en la Infancia que no importa lo que suceda en el pasado, eso no debería definir nuestro presente”, dijo Linda Skau, durante la presentación titulada “Pasado doloroso, oportunidades eternas” en Louisville, Kentucky, Estados Unidos, el 2 de agosto de 2019. “Tienen que elegir quién permitirán que defina el significado de sus vidas”. Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review

13 de septiembre de 2019 | Kentucky, Estados Unidos | Marcos Paseggi, Adventist Review

Las experiencias adversas en la infancia (EAI) ejercen un impacto poderoso, tanto en el ámbito médico como espiritual. Así lo enfatizó la experta en medicina familiar, educación sexual y consejería Melinda Skau, durante una presentación en la convención anual de Servicios e Industrias de Laicos Adventistas (ASi) en Louisville, Kentucky, Estados Unidos, a comienzos de agosto de 2019.

La presentación del seminario de Skau, titulado “Pasado doloroso, oportunidades eternas”, buscó mostrar de qué manera, sin embargo, según ella, Dios puede usar las experiencias dolorosas de la vida para mostrar su gloria mientras nos restaura a su imagen. Skau procedió entonces a destacar métodos prácticos de la Escritura que contribuyen a la sanación y, según dijo, pueden deshacer el mal causado.

Las terribles consecuencias de los traumas en la infancia

Según la definición más común, las EAI (conocidas también como experiencias de trauma infantil) incluyen una gama de experiencias tales como el abuso (ya sea físico, emocional o sexual), el abandono físico y emocional, y las disfunciones familiares como resultado de las enfermedades mentales, un pariente cercano preso, el abuso de sustancias y el divorcio. Investigaciones abarcadoras han mostrado qué atroces son las EAI para la salud física, emocional y espiritual futura de la víctima.

“Los adultos que experimentaron ICE muestran que ellas afectan sus conductas años después, llevándolos en muchos casos a una falta de actividad física, la pérdida de días de trabajo, la adicción al tabaco, el alcoholismo y las drogas”, dijo Skau.

Es sin embargo la salud física y mental de la víctima la que parece verse más afectada por las EAI, explicó Skau. “Los individuos que pasaron por EAI a menudo terminan sufriendo de obesidad severa, diabetes, depresión, afecciones cardíacas, cáncer y afecciones cerebrovasculares”, informó. “Puede que también sufran de enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC), quebradura de huesos, enfermedades de transmisión sexual (ETS) e intentos de suicidio”.

Por medio de frascos de perfume de Oriente Medio, Skau les recuerda a las víctimas de Experiencias Adversas en la Infancia lo que David le dice a Dios en Salmos 56:8: “Tú recoges cada una de mis lágrimas. ¿Acaso no las tienes anotadas en tu libro?” “Dios se interesa en el dolor que sienten”, les dice Skau. Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review

Esto no es hipotético, enfatizó Skau, que pasó a mostrar estudios que revelan de qué manera los adultos que han experimentado EAI mueren en promedio veinte años antes que los que no pasaron por ellas.

“Las personas con EAI mostraron un marcado incremento en la probabilidad de sufrir una amplia gama de enfermedades, lo que incluye las enfermedades autoinmunes (como por ejemplo las afecciones reumáticas)”, dijo Skau. “Hay inclusive una correlación ponderosa entre las EAI y el riesgo de sufrir un ataque al corazón que en los factores de riesgo tradicionales tales como la elevada presión arterial, el colesterol elevado y el tabaquismo”.

Por qué tenemos que hablar del tema

Skau dijo que es importante que discutamos el tema, en primer lugar, porque las EAI son sumamente comunes.

“Según estudios sobre el tema, el 64 por ciento de las personas han pasado por al menos una EAI”, informó. “Asimismo, el 28 por ciento dijo haber sufrido de abuso físico, y el 21 por ciento reportó abuso sexual”.

Pero las EAI no son solo son comunes sino que también parecen presentarse agrupadas. Los estudios muestran que el cuarenta por ciento de las personas reportó dos o más EAI, y una de cada ocho personas dijo haber sufrido cuatro o más EAI, dijo Skau.

“Existe también una conexión entre las EAI y la respuesta a la enfermedad”, expresó. “Cuanto más EAI experimentó la persona, mayor es probable que sufra enfermedades en años posteriores”.

Hay otro elemento crucial que debería impulsar e influir sobre la discusión, según Skau. Afirmó que las EAI también pueden tener un impacto sobre la vida espiritual de las víctimas. “Si el pastor ha abusado de ellas, puede que hayan desarrollado una visión negativa sobre Dios”, dijo. “Lo mismo se aplica si tuvieron un padre violento, por ejemplo. Eso afecta su manera de ver a Dios”.

No es una sentencia de muerte

Al mismo tiempo, Skau, que compartió ejemplos de su propia atribulada niñez, en la que fue víctima de abuso y varias otras EAI, dejó en claro que las EAI no necesariamente son una sentencia de muerte para que tienen que pasar por ellas. En efecto, contó que un disertante que escuchó hace años, que pensaba lo contrario, la motivó a dedicarse a ayudar a que las víctimas de EAI inicien un proceso de recuperación.

“En esa ocasión, el disertante dijo que básicamente, una persona con EAI no tenía ninguna esperanza”, recordó. “Pero los cristianos jamás deberían permitir que su historia de vida personal defina lo que son”, enfatizó Skau. “Dios ha hecho mucho más por nosotros, por lo que no tenemos que permitir que otros definan nuestra historia”.

En el caso de Skau, eso la llevó a comenzar a apoyar un ministerio llamado “Hearts Being Healed” [Corazones en proceso de sanación], y a coordinar un estudio bíblico post tratamiento que denominó “Treasure Out of Trauma” [Tesoros a partir de los traumas]. Fue al ayudar a otros, dijo ella, que halló significado en la vida.

“Hubo instancias en las que habría hecho cualquier cosas para erradicar mi pasado”, confesó Skau. “Ahora, no borraría ni un segundo de lo que Dios me ha dado en la vida. Su propósito es usar nuestros traumas para su gloria. Dios los usa para que hacer brillar su luz”.

Un proceso largo y doloroso

Al mismo tiempo, las víctimas deberían recordar que aprender a cultivar la resiliencia después de pasar por EAI suele ser un proceso largo y doloroso, enfatizó Skau.

“En conexión con las dificultades del pasado, necesitamos aprender a reconocer qué problemas diarios exacerban nuestras emociones y nos llevan a revivir las experiencias de dolor”, dijo. “Y entonces, es necesario que pasemos tiempo con el Señor, analizando la emoción que estamos sintiendo, confiando en que el Señor se interesa en nosotros y quiere ayudarnos”.

Es más fácil decirlo que hacerlo, reconoció Skau. En su caso, confesó que al principio, fue solo por fe que decidió creer en las Escrituras por sobre lo que sentía. “Me llevó unos treinta años alinear mis creencias con lo que sentía”, expresó.

El papel del consejero cristiano

Skau dijo que un consejero cristiano puede ejercer una influencia vivificante en las víctimas de EAI. “Tan solo permitir que una víctima se exprese y comparta su historia puede reducir los síntomas en hasta un treinta por ciento”, explicó.

Al mismo tiempo, una consejera cristiana puede llevar a que la persona evalúe su sistema de creencias, su sistema de apoyo espiritual y su relación con la oración, entre otros elementos. “Al formular preguntas, el consejero puede llevar a que la persona comprenda que, no importa qué haya tenido que experimentar en el pasado, eso no tiene por qué definir su presente”, dijo Skau. “Tenemos que enseñar a las víctimas a que elijan a quién van a dejar que defina el significado de sus vidas”.

Las elecciones de resiliencia en el caso de los niños que sufrieron EAI a menudo incluyen encontrar un adulto que se interese en ellos. “Los consejeros cristianos pueden ayudar a que las víctimas de EAI comprendan que más allá de cualquier grupo de apoyo y herramienta humana, Jesús es el adulto interesado en ellos”, dijo Skau. “Podemos recordarles a las víctimas que leer, escuchar y memorizar las Escrituras puede ayudarlos en esos días en que se sienten abrumados por su pasado”, expresó. “La música, la oración, el ejercicio físico y disfrutar de la naturaleza también pueden resultar de gran ayuda”.

La promesa de Dios a las víctimas

Skau explicó que las víctimas que creen en Dios a menudo se cuestionan si Dios se preocupa por ellos. En ese sentido, los consejeros cristianos necesitan mostrar que se interesan, para que las víctimas de EAI puedan ser llevadas a aceptar que Dios también se interesa en ellas.

“Es verdad que acaso no entendamos algunas cosas hasta que lleguemos al cielo”, reconoció Skau. “Después de todo, Dios jamás dijo que no vamos a sufrir, pero Dios promete estar con nosotros en medio del fuego”, enfatizó. Skau añadió que muchos versículos en la Biblia pueden ayudar a una persona a cultivar la resiliencia y recuperar la esperanza, así como también animar a los que trabajan con las víctimas de EAI. Citó a Isaías 61:3, donde el profeta escribió: “[El Señor me envió a dar] una corona en vez de ceniza, perfume de alegría en vez de llanto, cantos de alabanza en vez de desesperación” (DHH).

Skau compartió que sus propias experiencias de vida son evidencia de las misericordias continuas de Dios.

“En mi caso, Dios me ha permitido sufrir algunas cosas malas, pero él me ha mostrado sus maravillas y su gracia, y ha realizado maravillas en mi vida”, expresó.

Traducción de Marcos Paseggi

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