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18 de agosto de 2019 | Louisville, Kentucky, Estados Unidos |

Muchos más adventistas del séptimo día deberían participar en algún tipo de jardinería o agricultura, dijeron John y Pam Dysinger en un foro abierto durante la Convención Internacional de Servicios e Industrias de Laicos Adventistas (ASi) el pasado 2 de agosto de 2019. ¿Por qué? Los Dysinger, agricultores de verduras y bayas orgánicas en Tennessee, Estados Undios, dedicaron parte de su discusión interactiva en el Centro Internacional de Convenciones de Kentucky en Louisville, Kentucky, Estados Unidos, invitando a los participantes a que respondieran esta y otras preguntas.

Una actividad que edifica la fe

Trabajar la tierra es un ejercicio que edifica la fe y desarrolla el carácter, dijo John Dysinger. No es un trabajo fácil, reconoció, al momento que compartió algunos de los desafíos logísticos y económicos que han enfrentado como agricultores a lo largo de los años. Pero no es la única razón, añadió.

Varios participantes, con o sin amplia experiencia en la agricultura, contribuyeron compartiendo sus propias razones.

Trabajar la tierra es un ejercicio que edifica la fe y desarrolla el carácter, dijo John Dysinger al compartir junto con su esposa Pam algunos de los desafíos logísticos y económicos que han enfrentado como agricultores. Los Dysingers fueron presentadores un un foro abierto durante la Convención International de ASi 2019 en Louisville, Kentucky, Estados Unidos. Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review

“Hay lecciones espirituales en la tarea de trabajar en el jardín o la huerta”, dijo uno de ellos. “No se necesita investigar demasiado; uno aprende de Dios al trabajar la tierra”.

Los Dysinger concordaron con él y, al mismo tiempo, recordaron a la audiencia que, según la Biblia, el primer salón de clases tuvo lugar en el Jardín del Edén.

“Hace algunos años, estábamos luchando con la granja. Preguntamos: ‘Señor, ¿por qué las cosas no pueden ser más fáciles? ¿Por qué es tan difícil?’” contó John. “Entonces se encendió una luz en mi mente”, añadió. “Sentí que Dios me decía: ‘Yo te creé para que estés en un jardín, y hay alguien que quiere mantenerte lejos de él’”.

Es parte de nuestra guerra espiritual, dijo John.

Otro participante se enfocó en las características de edificación del carácter que tiene la actividad.

“Cuando tenemos una huerta, si tenemos árboles frutales, esto requiere de tiempo, lo que cultiva la paciencia”, expresó. “Al mismo tiempo, nos brinda un lugar desde el cual podemos ayudarnos a nosotros mismos y ser una bendición para otras personas”.

Beneficios a la salud

Los Dysinger reconocieron que, en los últimos años, ha surgido una oferta creciente de productos no OGM (que no han sido modificados genéticamente), algo que, según ellos, es sumamente bueno. “Al mismo tiempo, sin embargo, a menudo no nos damos cuenta de que muchos de nuestros granos y legumbres, aun cuando no sean OGM, son rociados con herbicidas antes de la cosecha”, explicó John.

Al hablar en un foro abierto en la Convención International de ASi 2019 en Louisville, Kentucky, Estados Unidos, Pam Dysinger mostró una compilación de declaraciones de Elena G. White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista, sobre el tema de la agricultura, que ella y su esposo John prepararon. Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review

Alguien de la audiencia concordó. “Cuando se rocían las plantas pequeñas, se está afectando a toda la planta”, recordó.

“En la actualidad hay un gran problema con los alimentos procesados”, añadió otro participante. “Si cultivamos nuestros propios alimentos, nuestros hijos aprenderán a apreciar mejor los alimentos más saludables”.

En la audiencia se encontraba Geoffrey Mbwana, vicepresidente de la Iglesia Adventista, quien en cierto punto comentó sobre el valor terapéutico de la actividad. “Si yo llego de la oficina con dolor de cabeza pero paso algo de tiempo en la huerta, eso me resulta muy revitalizante”, expresó.

“Es verdad”, concordó John. “Hay muchos desafíos cuando trabajamos para el Señor, pero si vamos a la huerta, allí podemos relajarnos y estar en comunión con Dios”. Citó entonces a Richard Louv, quien escribió el éxito de ventas “Last Child in the Woods: Saving Our Children from Nature Deficit Disorder” [“El ultimo niño del bosque: Salvemos a nuestros hijos del Trastorno por Déficit de Naturaleza]. John recordó que los niños se ven afectados negativamente por la falta de contacto con la naturaleza.

Pam Dysinger se mostró de acuerdo.

“Hace un siglo, alrededor del setenta por ciento de las personas tenía conexión con una granja; en la actualidad, esa cifra es de solo el uno por ciento”, dijo ella. “El aire puro, la luz del sol, el ejercicio… Son elementos importantes, y nosotros hemos experimentado personalmente esos beneficios”.

“Si yo llego de la oficina con dolor de cabeza pero paso algo de tiempo en la huerta, eso me resulta muy revitalizante”, expresó Geoffrey Mbwana, uno de los vicepresidentes de la Iglesia Adventista, al describir uno de los beneficios que encuentra en salir a la naturaleza. Fotografía: Marcos Paseggi, Adventist Review

Parte de la educación de los niños

Los Dysinger contaron que no nacieron agricultores. En efecto, como joven matrimonio, pasaron seis años en Kenia, donde John fue un docente misionero. En 1994, regresaron a los Estados Unidos, y en 1997, John dejó la enseñanza, porque el matrimonio sintió que “el Señor los estaba guiando hacia la agricultura”. Ahora, 21 años después y con cinco hijos, afirman que no tenían idea del ministerio que podrían tener gracias a la agricultura.

“Lo hicimos por nuestra familia y el desarrollo espiritual, pero el Señor tenía planes más grandes”, reconoció John. “No estoy diciendo que la agricultura es la única manera de crear sólidos vínculos familiares, pero es una gran manera de lograrlo”.

Pam concordó. “No cambiaría mi vida por ninguna otra; hemos pasado por momentos difíciles, pero nuestro objetivo en la vida es llegar a conocer al Señor, y a veces la manera de hacerlo es por medio de las dificultades”, expresó.

En ese sentido, John dijo que cree que la agricultura debería ser un elemento fundamental en la educación de los hijos.

“¿Enviarían ustedes a sus hijos a una escuela que ni siquiera les enseña el abecedario?” preguntó. “La educación implica más que solo la agricultura, pero la agricultura es fundamental para la educación. Creo que la granja es una gran escuela”.

John recordó que durante muchos siglos, las personas han aprendido del amor de Dios gracias a la naturaleza. Citó a Elena G. White, que en Testimonios para la iglesia escribió: “Las maravillas de la naturaleza pueden llevar al corazón las más elevadas verdades espirituales” (t. 4, p. 572).

Por qué no hay más agricultores adventistas

“¿Qué impide que más adventistas se dediquen a la agricultura?”, preguntaron John y Pam a su audiencia. Es triste, añadió Pam, que [los adventistas] no son la cabeza sino la cola en este sentido. “Cuando comenzamos [nuestro trabajo en la granja], había cinco o seis granjas pequeñas en las cercanías de Nashville; hoy hay decenas de granjas en la zona y, aun así, seguimos siendo los únicos adventistas”.

Las razones son variadas, dijeron los participantes. “Parte de la razón es que no estamos leyendo lo que escribió White sobre el tema”, dijo alguien.

“[Los adventistas] somos prácticos; queremos que nuestros hijos sean enfermeros y que vayan a trabajar inmediatamente”, comentó otra persona.

“La mayoría de la gente está demasiado ocupada para ir más lento y dedicar tiempo a atender una granja”, expresó un tercero.

Los Dysinger recordaron que en el pasado, muchos agricultores adventistas animaron a sus hijos a que dejaran la granja para ir a estudiar. Había buenas razones para ello, reconocieron.

“En nuestro caso, comenzamos desde cero”, dijeron. “La construcción de cobertizos, invernaderos, sistemas de riego… ¡Puede resultar agotador!”

Pero los beneficios superan con creces a los desafíos, dijeron. Ahora son la fuerza que impulsa la Asociación Agraria Adventista (AdAgrA), que en los últimos cinco años ha organizado una conferencia anual para promover y compartir conocimientos agrarios. Como razón de ser del evento, los Dysinger citaron una vez a Elena G. White, quien en su libro El ministerio de curación escribió: “En el plan de Dios para Israel, cada familia tenía su propia casa en suficiente tierra de labranza […]. Y ninguna especulación humana ha mejorado jamás semejante plan” (p. 138).

¿Pero qué decir de recurrir a la agricultura como una manera de estar listos para los tiempos de tribulación que vendrán? Sobre la base de su comprensión de las profecías bíblicas, los adventistas creen que llegará un tiempo cuando se hará imposible aun “comprar o vender”.

John cree que esa es una “razón de escasa motivación”, dado que puede verse impulsada por el temor. “Pero más allá del nivel de motivación que exista, la pasaremos mal si carecemos de nuestra propia fuente de alimentos”, reconoció.

Una oportunidad de testificar

Al mismo tiempo, Pam dijo que ya sea tengamos una huerta en el fondo de nuestra casa o algo más grande, trabajar la tierra puede presentar muchas oportunidades de evangelizar, dado que nos conecta con otros agricultores.

“En nuestro caso, creo realmente que Dios nos puso allí para cultivar amistades para la eternidad”, dijo. “Un jardín representa una oportunidad de oro de conectarnos con nuestros vecinos”.

No es una consideración menor, enfatizó Pam.

“Una de las razones más importantes por las que deberíamos practicar la agricultura es porque nos da avenidas por las cuales testificar”, expresó.

Traducción de Marcos Paseggi

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