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Michael Moor, del departamento de Ortótica y Prótesis de la Escuela de Ciencias Aliadas de la Salud de la Universidad Loma Linda en Loma Linda, California, Estados Unidos, coloca una prótesis accionada por el cuerpo en una paciente, durante un viaje misionero a La Misión, Baja California, México. Imagen: Loma Linda University News

11 de junio de 2019 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Dona Jayne Potts, Loma Linda University Health News

A Michael Moor no se le habría ocurrido que durante un viaje misionero de fin de semana realizado por estudiantes con el fin de pintar un orfanato en Baja California, México, tendría la oportunidad de transformar dramáticamente la vida de una pequeña niña.

Michael Moor, instructor de ortótica y prótesis de la Escuela de Profesiones Aliadas de la Salud de la Universidad Loma Linda, en Loma Linda, California, Estados Unidos, dijo que el plan original era que el grupo de estudiantes en gira misionera pintara el equipo en el patio de juegos del Orfanatorio Puerta de la Fe, uno de los orfanatos más grandes en Baja California. Pero las noticias acerca de la llegada del grupo llegaron muy pronto a un centro local de atención de la salud, el Siloé Wellness Center en La Misión —operado por la cofundadora y directora médica  Sarah Mayer, ex alumna de la Universidad Loma Linda.

Cuando Sarah Mayer descubrió que el grupo misionero incluía representantes de los departamentos de ortótica y prótesis, y de terapia física y terapia ocupacional, preguntó si Michael Moor y un pequeño equipo de estudiantes estarían dispuestos a ver a unos cuantos pacientes el día siguiente. Este centro de salud no tiene la capacidad de ofrecer servicios en la rama de ortótica y prótesis a los pacientes.

“Pudimos evaluar a cuatro pacientes en un día, preparamos molduras y prótesis utilizando materiales encontrados en el centro de salud y en una ferretería local”, dijo el instructor Moor. “Pero uno de los casos resultó significativamente más complicado.

De solamente siete años, Miranda había sido víctima de un accidente ecuestre. Mientras estaba sacando a un caballo de la parte trasera de un remolque de cuatro ruedas, la soga se le enrolló en el brazo cuando el caballo se espantó. El asustado caballo salió corriendo, restirando con ello la soga, lo cual hizo que se le desprendiera el brazo a la altura del codo.

Después del accidente, se le colocó un brazo protético diseñado para verse como un brazo natural, pero sin movimiento activo o funcionalidad. Ahora, a los nueve años, el brazo no solo le quedaba chico a Miranda, sino que le era imposible hacer con él las tareas cotidianas, tales como atarse las cintas de los zapatos, sin ayuda de los demás.

“Yo sabía que un tratamiento de éxito iba a requerir múltiples visitas de seguimiento y una prótesis de gancho accionada por el cuerpo”, dijo el instructor Moor.

El instructor Moor se fue de México con la promesa de regresar al mes siguiente con un nuevo brazo y mano para Miranda.

En mayo de 2019, Michael Moor regresó a México con un grupo de estudiantes de ortótica y prótesis para dotar a Miranda de un nuevo brazo.

Después de colocar en Miranda el brazo artificial, y con la madre de la niña a su lado, el instructor Moor le pidió a la pequeña que realizara la primera tarea usando la prótesis de gancho accionada por el cuerpo, que consistía en tomar una específica liga de dentro de una bolsa grande de ligas de diferentes colores. Le dijo que eligiera la liga de su color favorito de entre todas las demás. Dijo el instructor Moor que, sin pensarlo dos veces, la niña metió el brazo bueno en la bolsa para seleccionar una liga de hule color verde. Él le dijo entonces: Espera, vuelve a hacer lo mismo, pero en esta ocasión, usa tu nueva mano.

Miranda fue capaz en esta ocasión de tomar de la bolsa tal liga desde su primer intento, utilizando la prótesis de gancho accionada por el cuerpo y operada por un sistema de cables que utiliza movimientos del cuerpo, tales como encogimiento del hombro, a fin de abrir y cerrar el dispositivo en forma de gancho.

“Su madre rompió en llanto y abrazó a su hija. Juntas celebraron la ocasión con largos abrazos, sonrisas y lágrimas”, dijo Michael Moor. “Fue una bendición ser parte de ese momento transformador de una vida”.

Como resultado del éxito del equipo de estudiantes de múltiples disciplinas, el instructor Moor se ha ofrecido voluntariamente para guiar en México, cada dos meses, viajes misioneros de estudiantes, con enfoque en rehabilitación.

“Hemos llevado a cabo tanto en solo un corto fin de semana de servicio internacional”, dijo el instructor Moor.

Los viajes misioneros son organizados por Students for International Mission Service (SIMS -Estudiantes en Servicio Misionero Internacional), parte del Global Health Institute (Instituto Global de Salud) de Loma Linda University Health.

La versión original de esta noticia fue publicada en el sitio Loma Linda University Health Outreach (obra misionera)

Traducción – Gloria A Castrejón

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