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Ya sea por buenos genes o una buena vida, muchos adventistas disfrutan de una vida larga y saludable en el trabajo, el juego y el servicio. A continuación se presenta a seis personas de Loma Linda, California, Estados Unidos, que han desafiado las normas de la vida promedio y están viviendo de manera activa a pesar de superar los 80, 90 o aun más años.

Impulsos de adrenalina y amor por su trabajo es lo que impulsa a David Baylink

Profesor distinguido de la Escuela de Medicina suele andar en su motocicleta.

Las ganas de vivir es lo que propulsa la longevidad y el entusiasmo del médico investigador de 86 años en la Universidad de Loma Linda cuya expresión favorita es “¡Que ruja, nomás!”

Además de tener dos cargos como profesor distinguido y de dirigir la división de medicina regenerativa en la Escuela de Medicina, David J. Baylink investiga la terapia genética y las células madre no embrionarias, las que no dañan a los fetos.

Su conducta cuando no está trabajando, sin embargo, a veces deja atónitos a otras personas. Los conductores que quedan atrapados en el tráfico de los viernes acaso no lo sepan, pero la persona de camisa azul y moño rojo que pasó zumbando a su lado, dividiendo el tráfico en su Kawasaki Ninja, era Baylink. “Soy adicto a las motocicletas”, dice con una sonrisa.

Quizá también a la adrenalina. Baylink también juega tenis, esquía y anda en patines rollers. Solo baja la velocidad para escribir ficción, pero aun en ella incluye elementos de una aceleración de alto octanaje. “Escribo del entusiasmo de ser investigador”, dice.

Puede que Baylink se esté acercando a los 90 años, pero el adventista de toda la vida no está preocupado por la longevidad, y afirma que la de él se debe a dos cosas. “Tengo bastante buena genética”, dice, “¡y me encanta mi trabajo!”

Dorothy Zane insiste en que las actividades aeróbicas son claves para la vitalidad

La mujer de 85 años se ejercita en el Centro Drayson de Loma Linda cuatro veces a la semana.

Pregúntele a Dorothy Zane, de 85 años y residente de Loma Linda, cuál es el secreto de su buena salud, y ella dice, sin dudarlo un segundo, que son las clases de ejercicios.

Allá por comienzos de la década de 1980, Zane se matriculó en clases de ejercicios físicos que enseñaba una amiga. Pronto comenzó a hacerlo regularmente, cambiando unos años más tarde, cuando la amiga pasó a enseñar ejercicios aeróbicos.

Durante los siguientes treinta años, Zane tomó clases de aerobismo varias veces por semana, hasta que hace dos años su amiga se mudó a otra parte. Afortunadamente, Zane descubrió que el Centro Drayson de la Universidad de Loma Linda ofrece clases gratuitas de aerobismo para los mayores de 80 años. Desde entonces, ha estado asistiendo cuatro días por semana. La persona mayor en su clase tiene 93 años.

Zane dice que dos de sus amigas la mantienen motivada para luchar contra el proceso de envejecimiento. Una de ellas ha estado en cama con diabetes durante dos o tres años, y la otra ya no puede caminar. Zane, mientras tanto, sigue practicando el aerobismo y disfrutando de una salud radiante.

Ella y su esposo Ernie, el exdirector de oftalmología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda, sigue una dieta mayormente vegana en su hogar. Insiste, sin embargo, en que los alimentos no son el principal ingrediente de su receta para una vitalidad abundante.

“Creo realmente que son los ejercicios aeróbicos”, dice. “Tiene que ser eso”.

Hepsie Gurusamy disfruta de su tiempo con Dios

La maestra de nivel primario ya jubilada dirige un coro, ora y disfruta de la naturaleza.

Hepsie Gurusamy dice que su relación con Dios es el secreto de su felicidad y vitalidad.

La maestra de nivel primario de 86 años, ya jubilada, que llegó a California después de salir de India y pasar por Asia Oriental, Guam y Hawái, dice que su vida espiritual la mantiene con salud. Cada mañana se despierta temprano para orar, y entonces lee la Biblia durante una hora más antes de comenzar las actividades del día.

Gurusamy, que nació en la India en 1931, se trasladó a Penang, Malasia, y más tarde a Singapur, donde terminó la escuela secundaria y dos años de universidad y contrajo matrimonio con Gilbert Gurusamy, ya fallecido. Su carrera como auditor de la sede de la Iglesia Adventista los llevó por toda el Asia Oriental.

Gurusamy se mudó a Linda Valley Villa, una residencia para ancianos independientes de Loma Linda, California, en 2005. Después de dos años, regresó a Guam para cuidar la casa de su hijo, que estaba abriendo un laboratorio médico en la cercana Saipán. En noviembre de 2015, regresó a la Villa. “Agradezco al Señor por estar en este lugar”, dice.

Hace poco, Gurusamy comenzó un coro de mujeres en la residencia. “Dimos un pequeño concierto aquí”, dice. “Estamos cantando para dar un mensaje”.

En su habitación, Gurusamy muestra satisfecha dos obras de arte inspiradas y hechas a partir de la naturaleza. Cada detalle, desde las olas púrpuras oscuras hasta las nubes más mínimas, son resultado de la cuidadosa colocación de plumas de pato y ganso que recogió de una laguna cercana. Otra muestra cuenta con una gran colección de piñas de pino, rocas y conchas marinas.

Gurusamy termina cada día así como lo comenzó. “En la noche, oro otra vez durante una hora”, dice. “¡Qué bendición tan rica ha sido para mí! Cada día es bueno para mí”.

El secreto de Heisler para una vida sana y productiva

El profesor de odontología semijubilado de 84 años se rehúsa a caer en la reclusión.

Cuando su esposa falleció el día de Año Nuevo el año pasado, Bill Heisler, profesor emérito de la Escuela de Odontología de la Universidad de Loma Linda, tuvo que tomar una decisión. Podía caer en la reclusión o permanecer activo y sano.

Heisler, que tiene 84 años, escogió la segunda opción. Eso implica comer bien, conservar su fe en Dios, mantenerse activo en la iglesia y el Rotary Club, hacer ejercicio físico con regularidad y mantener la mente activa.

Heisler comienza cada día con un devocional, leyendo y orando por los miembros de su familia. Entonces prepara el desayuno: por lo general, un consomé de cereales cocidos, algo de fruta y una tostada con crema de maní. Después de eso, completa crucigramas y lee el periódico.

“No soy el niño modelo de las Zonas Azules”, dice Heisler, que admite que no siempre es vegetariano. “Pero solo como huevos un par de veces por semana, y no como carne en casa”.

El amor lo motiva a cuidar del jardín de rosas de su fallecida esposa, podando, regando y fertilizando los arbustos. La actividad encaja perfectamente con su programa general de ejercicios, que incluye caminar, hacer estiramiento y hacer jardín.

Dos días y medio por semana, enseña en la Escuela de Odontología. “Me encanta el contacto con cerebros jóvenes, y con los jóvenes en general”, dice. “Y me parece que a ellos les gusta estar conmigo”.

Heisler dice que su sólido compromiso con su familia es el ancla de su vida. Insiste en que la salud no es tan solo una moda. “Mantenerse sano y vivir por mucho tiempo no es algo simple”, dice. “Es un estilo de vida constante basado en buenos principios e ideas conservadoras sobre la salud”.

Alice Leon, de 92 años, prepara regalos para bebés vulnerables

La oriunda de Perú cocina platos especiales para ocasiones especiales.

Alice Leon tiene una manera tangible de expresar su amor por los bebés más vulnerables del Condado de San Bernardino, en California.

Durante casi seis décadas, la diestra modista de 92 años nacida en Libertad, Perú, trabajó con su esposo Patricio preparando prendas a medida en su sastrería. Después de que Patricio falleció en agosto de 2008, Alice se mudó a Colton, California, para vivir con su hija Geli, una trabajadora social del Condado de San Bernardino, y su yerno Carlos Casiano, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Loma Linda.

Cada mañana después del desayuno, Alice lee la Biblia y ora. Entonces teje mantas para los diminutos pacientes de la unidad de cuidados intensivos neonatales del Hospital de Niños de la Universidad de Loma Linda. En los últimos tres años, ha tejido un promedio de tres mantas por semana.

Alice teje todo el día hasta que Geli llega a casa después del trabajo. Entonces ayuda a preparar la cena. En ocasiones especiales, prepara platos peruanos, como por ejemplo empanadas, tamales, o ají de gallina.

Mientras cose, Alice piensa en los bebés de las madres, algunas de las cuales son demasiado pobres para comprar un presente para sus bebés. “Me hace feliz saber que pueden envolver al bebé en una de mis mantas y llevarnos a la casa”, dice.

El inesperado secreto de la longevidad de Ernest E. Rogers

A los 101 años, el investigador bíblico jubilado aún puede tocar el piso.

Puede que Ernest E. Rogers tenga 101 años, pero el investigador más anciano de lenguas bíblicas, oriundo de Huntsville, Alabama, se rehúsa a permitir que el paso del tiempo lo haga ir más lento.

A pesar de que el año pasado se unió al grupo de centenarios, Rogers — conocido simplemente por sus amigos como E.E. — hace ejercicio con regularidad, juguetea con la computadora y malcría a sus bisnietos. Su hija, Jeannette Dulan, dice que su padre también atiende llamadas de personas que quieren su opinión sobre cuestiones relacionadas con las lenguas bíblicas, y acepta una que otra invitación para hablar en la iglesia.

Rogers cita un incidente con su fallecida esposa Mildred, como la razón por la que el Evangelio de Juan es su libro de la Biblia favorito. A los diez años de casados, Mildred se enfermó gravemente, y los médicos dijeron que solo le quedaban semanas de vida. Sin darse por vencido, Rogers le citó el texto de Juan 15:7 to her: “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho”. El matrimonio reclamó las palabras de Jesús en oración, pidiendo que Mildred pudiera vivir hasta que sus hijos crecieran. En lugar de morir, vivió otros 53 años. “Muestra lo que Dios puede hacer aun en esta era”, dijo Rogers.

Para los que están interesados en vivir una vida larga y saludable, el expastor y profesor universitario tiene algo que decir. “Descanso y ejercicio apropiado”, dice. “También, consumir alimentos sanos y conservar un cántico en el corazón. Eso ha sido una bendición en mi experiencia. No me preocupo por las cosas”.

Una versión original de este informe fue publicado en la revista Scope

Traducción de Marcos Paseggi

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