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“Por años, hemos estado diciendo que tenemos un problema con los jóvenes y la iglesia”, dijo Allan Martin durante el plenario de apertura del evento “Alcancemos a la Generación Y”, que se llevó a cabo en la Universidad Andrews el 10 de abril de 2018. “Bueno, tenemos un problema si seguimos repitiendo esa frase pero no hacemos nada al respecto”. Martin, pastor e investigador adventista, fue uno de las decenas de disertantes y cientos de personas que se dieron cita en el campus de la institución de Míchigan, Estados Unidos, para establecer conexiones, analizar y familiarizarse con métodos nuevos y probados de alcanzar a las generaciones más jóvenes para Cristo.

“Estamos hablando de la más numerosa generación de jóvenes de la historia”, dijo Martin. “En muchos sentidos, es una generación como ninguna otra”.

Oportunidades y desafíos

Para los líderes de jóvenes, trabajar con la Generación Y puede presentar maravillosas oportunidades, destacaron los disertantes.

“Me siento privilegiada de trabajar con la Generación Y todos los días, y sé que son personas que quieren hacer las cosas diferente”, dijo Andrea Luxton, rectora de la Universidad Andrews al dar la bienvenida a la audiencia. “Necesitamos la creatividad, la perspectiva y las ideas de ellos”.

Trabajar con la Generación Y implica aprender cómo relacionarse con personas que creen que en la vida no hay absolutos, dijo Homer Trecartin, director de los Centros de Misión Global de la Iglesia Adventista, en la sesión de apertura del evento “Alcancemos a la Generación Y” en la Universidad Andrews. Fotografía: Universidad Andrews

Al mismo tiempo, relacionarse con los jóvenes de la Generación Y puede presentar un tipo particular de desafíos. “¿Cómo alcanzar a personas que toma partes de esto y de lo otro”, se preguntó Homer Trecartin, director de los Centros de Misión Global de la Iglesia Adventista. “¿Cómo podemos relacionarnos con personas que creen que nada es absoluto en la vida?

Los expertos concuerdan en que los cambios actuales en la tecnología, y la sociedad en general, han presentado desafíos jamás anticipados. “Poscristianos y seculares… No hay duda de que estamos viviendo en un mundo sumamente complicados”, reconoció Jiří Moskala, decano del Seminario Teológico Adventista de la Universidad Andrews. “Los jóvenes son bombardeados desde todos los rincones”.

No obstante, esto tiene su lado positivo, añadió, dado que los desafíos actuales han motivado discusiones fundamentales. “Nos ha llevado a reflexionar sobre el tema, lo que es algo muy bueno”, dijo.

Por su parte, Kleber Gonçalves, director del Centro de Estudios Seculares y Posmodernos de la Iglesia Adventista, se mostró de acuerdo. “Esto no es tan solo un evento”, dijo al dar la bienvenida a los estudiantes y los líderes. “Es una plataforma para el diálogo y la participación”.

De la protesta a la participación activa

La presentación de Martin no trató de disimular los desafíos actuales que implica la participación de la Generación Y en la iglesia. Dijo él: “Los jóvenes de la Generación Y están preguntándose: ‘¿Es realmente importante la iglesia?’”

El pastor e investigador adventista Allan Martin invitó a cada miembro de iglesia para que sean proactivos, orando e involucrándose con los jóvenes de sus respectivas iglesias. Fotografía: Universidad Andrews

Estos son jóvenes que se consideran partidarios de Jesús pero no de la iglesia. Muchos sienten que no pueden hacer las preguntas más acuciantes en la iglesia. Y la tecnología les da respuestas que parecen tener sentido pero que no necesariamente esconden la verdad. “Dicen: ‘Me perdiste; lo que estás diciendo no tiene sentido’”, dijo Martin. “Pero si pensamos cambiar el mundo juntos, no podemos darnos el lujo de que otro joven nos diga: ‘Me perdiste’”.

Parte de la respuesta, añadió Martin, es dejar de quejarse de los desafíos actuales y volverse proactivo para empoderar a los jóvenes —definidos aquí como los que han terminado la escuela secundaria pero todavía no son padres— y los ministerios dedicados a ministrarles.

Tres sugerencias prácticas

Martin compartió tres sugerencias prácticas que él cree que pueden disparar una mayor participación e interacciones con los jóvenes de la Generación Y.

En primer lugar, dijo, necesitamos diálogo real. Necesitamos dejar de ignorar los problemas que están a la vista de todos. “Tenemos que fomentar las relaciones intergeneracionales con los jóvenes de la Generación Y, al estar dispuestos a discutir temas de ciencia, sexualidad y otros temas de actualidad en un ambiente que no resulte amenazante”, dijo.

En el intento por lograr esto, el impacto de los miembros de iglesia mucho mayores puede resultar fundamental. “Para los jóvenes, el pastor de jóvenes es un amigo pago, de manera que a veces ni lo tienen en cuenta”, explicó. “Necesitan personas mayores significativas en su vida, gente que se interese en sus actividades”.

Y un pequeño y simple acto puede lograr mucho en el intento por llegar a ellos, dijo Martin.

Martin compartió la historia de una joven que, cuando se le preguntó por qué se había quedado y se mantenía activa en la iglesia cuando muchos de sus amigos se habían ido, relató su experiencia en una iglesia de Florida. Cada año, dijo, un grupo de ancianas que venían desde el norte a pasar el invierno asistía a su iglesia. Cuando se estaban preparando para regresar a sus hogares al final del invierno, las ancianas descubrieron que la iglesia estaba organizando un concierto de música en el que participarían los jóvenes, incluida ella misma. “Las ancianas del norte cambiaron sus pasajes de regreso porque dijeron que querían apoyar a los jóvenes y presenciar mi participación”, contó la joven. “Decidí quedarme en la iglesia gracias a esas ancianas; es gracias a ellas que aún estoy en la iglesia”.

“Esta es la generación más numerosa de jóvenes de la historia”, dijo Martin en referencia a la Generación Y. “En muchos sentidos, es una generación como ninguna otra”. Fotografía: Universidad Andrews

Perdón, aceptación y diálogo

Otro elemento a la hora de relacionarse con la Generación Y es mostrarles perdón y aceptación. Martin dijo que está agradecido de que, en muchos lugares, eso ya está sucediendo. “Los jóvenes de la Generación Y están en proceso de desarrollo”, dijo. “Tenemos que ser pacientes: Mostrar paciencia para cultivar relaciones antes de juzgarlos”.

Trazando un paralelismo con la parábola que contó Jesús del hijo perdido en Lucas 15, dijo que los miembros de más edad deberían estar dispuestos a hacer la segunda milla para recuperar a los jóvenes que se han distanciado de la iglesia. “Es el anfitrión de la fiesta que busca al hijo mayor y lo invita a regresar”, dijo.

Por último, Martin señaló que los miembros de más edad tienen que crear espacios para compartir historias. “Comenzar todas sus interacciones con la frase ‘Cuando tenía tu edad…” desconecta a los interlocutores”, dijo. “Algo que los conecta, por el contrario, es replicar simplemente: ‘Cuéntame más’, y mantenernos abiertos para escucharlos”.

Hablar, sin embargo, no es lo único que se puede hacer con los jóvenes. “Participar de viajes misioneros intergeneracionales, por ejemplo, es un método probado que ayuda a crear espacios para las interacciones significativas”, dijo Martin.

La oración personalizada es fundamental

Por sobre todas las cosas, y a pesar de lo que dicen las estadísticas, es fundamental que recordemos que los jóvenes de la Generación Y no son números sino personas de carne y hueso, dijo Martin. Para practicar lo que predica, invitó a todos a pensar y escribir los nombres de tres jóvenes de sus respectivas iglesias y a orar específicamente por cada uno de ellos. Compartió entonces la experiencia de cuando, en una presentación en una de las divisiones de la iglesia mundial, invitó a los presentes para que oraran por jóvenes específicos de sus iglesias, y una mujer le dijo: “No puedo recordar un solo nombre de algún joven de mi iglesia”.

“Es fundamental que conozcamos a los jóvenes de tal manera que podamos orar por sus necesidades y sueños”, concluyó Martin. “La oración obrará maravillas”.

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