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A pesar de los numerosos desafíos, la iglesia de Dios triunfará”, dijo Mark Finley en su mensaje devocional en el día de apertura del Concilio de Primavera, un encuentro administrativo de la Junta Directiva de la Iglesia Adventista en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos, el 10 de abril de 2018. “La iglesia de Dios se alzará a su destino, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.

Finley, un experimentado evangelista y asistente del presidente de la iglesia mundial, basó su mensaje en Matthew 16:15, donde Jesús pregunta a sus discípulos: “¿Quién decís que soy yo?”

“Esta es una pregunta para cada corazón”, dijo. “Es una pregunta que cada uno de nosotros tiene que responder”. Y es algo, reconoció, que influirá en la naturaleza de nuestras interacciones con la iglesia de Dios.

Desafíos actuales que enfrenta la iglesia

Finley explicó que diversas cuestiones contemporáneas presentan desafíos de importancia a la floreciente iglesia. “Vivimos en una época de cinismo”, dijo. “Las personas desconfían de las organizaciones”.

La oposición a la organización de la iglesia—en este caso al adventismo—trasciende los enfoques ideológicos, dijo Finley. “La ultraderecha y la extrema izquierda tienen una cosa en común: están unidas para criticar a la iglesia”, dijo. “Y no importa cuán conservador sea usted, siempre hay otra persona que es diez veces más conservadora y que aprovechará para ‘dispararle’”.

No obstante, ir a un extremo o al otro no es la respuesta, dijo. “Si su religión lo hace estar más enojado, hay algo que anda mal en su religión”, dijo Finley. “Y si su religión lo lleva a tolerar el pecado, hay algo que anda mal en su religión”.

La iglesia y nosotros>

Finley explicó que comprometerse con la iglesia no significa no ver sus errores. “La iglesia no es perfecta; no hay duda de que, en muchas áreas, podríamos andar mucho, mucho, mucho mejor”, enfatizó.

En efecto, parte de ser líder implica no contentarse con estar donde uno está, porque Jesús siempre nos está llevando a mejorar, dijo Finley. “Pero si alguien escribe un libre detallando todos los defectos de su esposa, ¿se pondría a leerlo sin estar listo para defenderla?, preguntó, en referencia a publicaciones ocasionales que critican la iglesia. “La iglesia es la esposa de Cristo”, recordó a sus oyentes.

Finley también recordó que la iglesia no es una institución burocrática, sino que está compuesta por personas. Y cada uno de nosotros, dijo, es una obra en proceso, a medida que Dios nos va cincelando hasta que lleguemos a ser lo que él quiere. “La iglesia no viene con piedras totalmente pulidas”, enfatizó. “Dios está obrando para edificar un templo de la verdad en el que los hombres y las mujeres puedan revelar el carácter de Dios”.

Un compromiso con Cristo y su iglesia

Ningún templo de la verdad se construye con una sola piedra, explicó Finley. “Aunque Jesús es el fundamento”, hombres y mujeres fieles a lo largo de los siglos edificaron sobre él”.

La fe auténtica exige una respuesta personal al llamado de Dios, enfatizó. Y ese compromiso es fundamental si queremos cambiar el mundo.

“La educación…la ciencia…el poderío militar…la religión formal…no cambiarán el mundo. Solo Jesús lo hará”, dijo. Y a medida que tratamos de llegar a ser transformadores del mundo, tenemos que recordar que solo una cosa puede calificarnos. “Conocer al Cristo viviente, y ser cambiados por su gracia y transformados por su amor”, dijo Finley.

Una vez que nos encontramos con Cristo, la iglesia tiene que avanzar para cumplir la tarea que le encomendó el mismo Señor. Nada debería distraer a la iglesia de ello, dijo Finley. “Dios está apelando a su iglesia para que no esté tan enfocada en importantes decisiones administrativas que pase por alto lo más importante: predicar al Cristo viviente”.

El futuro de la iglesia

Ya sea que tratemos de apoyar a la iglesia de Dios o luchar contra ella, la supervivencia de la iglesia está garantizada por la gracia de Dios, enfatizó Finley. Al compartir importantes lecciones de Efesios 5, recordó que, a pesar de sus errores y debilidades, Jesús ama a su iglesia, y promete santificarla y purificarla. “Y el futuro de la iglesia de Dios es glorioso”, recordó Finley, “porque él ha prometido presentar a su iglesia sin tacha”.

Según Finley, es un pensamiento alentador. “La iglesia de Dios, el pueblo de Dios, la verdad de Dios triunfarán”, concluyó.

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