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Atlanta, Georgia, Estados Unidos, 1 de julio de 2010…Edwin Manuel Garcia/ANN

Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, disfrutó un período de transición de 77 días desde la elección hasta la inauguración.

Heather J. Knight, rectora de Pacific Union College, tuvo 81 días para prepararse para su nuevo trabajo.

Pero cuando Ted N. C. Wilson fue elegido como líder de la Iglesia Adventista del Séptimo Día con sus 16,3 millones de miembros el viernes pasado, tuvo menos de dos horas para dejar su antiguo trabajo y posicionarse en el nuevo durante el congreso número 59 de la Asociación General en Atlanta.

El corto período puede parecer increíblemente pequeño para un trabajo con una responsabilidad tan significativa, pero también forma parte de una práctica bien establecida en cada congreso de la Asociación General, y los oficiales de la iglesia confían en que el proceso sí funciona.

Los presidentes no son los únicos que pasan por una transición rápida. Docenas de líderes de la iglesia elegidos durante el congreso de 10 días desde el 23 de junio hasta al 3 de julio inician sus nuevos trabajos –o continúan en sus posiciones, en el caso de los incumbentes– inmediatamente después de un voto de parte de los delegados.

Pero en ninguna responsabilidad la transición es tan rápida como en la presidencia, donde la vida del líder recién elegido cambia dramáticamente en cuestión de minutos.

Instantáneamente, se le asigna un equipo de seguridad que lo lleva de un lugar a otro, algunas veces a través de pasajes secretos para evitar las multitudes. De un momento a otro esa persona es el líder máximo en la reunión de planeación temprano en la mañana, una reunión en la cual el día anterior él era simplemente un participante. Tiene la oportunidad de ejercer influencia sobre el Comité de Nominaciones, que selecciona los líderes que trabajarán con él durante los próximos cinco años.

Oh, y si hay tiempo, el encargado de su horario programa tantas citas como sean posible con el antiguo presidente Jan Paulsen a fin de ayudar a facilitar la transición durante la primera semana en la oficina, con todos sus torbellinos.

«Todo se mueve a una velocidad impresionante. ¡Oh! ¡Es impresionante! dijo el antiguo presidente, Robert S. Folkenberg.

«Es una sobrecarga sensorial, espiritual y de información», añadió Folkenberg, el líder máximo de la iglesia desde 1990 hasta 1999, quien recordaba cómo él dejó de ser presidente de la Asociación de Carolina para ser presidente de la Asociación General en cuestión de minutos.

El desafío por venir
Los que conocen a Wilson dicen que él está listo para el desafío, gracias a su trasfondo y experiencia: El es el hijo de un antiguo presidente mundial, Neal Wilson, y por mucho tiempo fue vicepresidente general de la Asociación General.

«El conoce bien algunos de los asuntos con los cuales él tendrá que lidiar», dijo Orville D. Parchment, asistente para el presidente Paulsen desde 2003, y, desde la semana pasada, asistente para el presidente Wilson.

La rápida transición «parece bastante apresurada para los extraños», observó Heather J. Knight, presidente de Pacific Union College en el norte de California, «pero en realidad él estaba muy, muy bien preparado».

Aún así, tener más tiempo para prepararse para un nuevo trabajo tiene sus beneficios, dijo Knight, una antigua oficial de la Universidad Andrews University quien aceptó su nueva posición en PUC el 17 de junio de 2009, y comenzó a trabajar allí tres meses más tarde.

Durante la transición, ella preparó un portafolio de 5 pulgadas con instrucciones para su sucesor en Andrews; viajó a California para conocer a su nuevo equipo de líderes; y desarrolló objetivos para el nuevo trabajo.

«Realmente nunca hay suficiente tiempo, pero cuando Dios te llama a hacer algo», dijo Knight, «él también te capacida para terminar la tarea».

Reuniones matutinas
El nuevo presidente de la Asociación General se levanta antes de que salga el sol para su devocional personal, y entonces asiste a la reunión del Comité Orientador a las 6:45 a.m., donde se sienta a la cabeza de una mesa rectangular de conferencias, rodeado por vicepresidentes y otros oficiales que ayudan a establecer la agenda del congreso para el día.

«Tú pasas repentinamente de ser un participante u observador, a proveer orientación e instrucción», dijo Folkenberg. «Es simplemente increíble».

Después de la reunión de la mañana, Wilson se mete en reuniones una detrás de otra, algunas de ellas en una oficina temporal en forma de panel/cubículo que ha sido acotejada para él en el Georgia World Congress Center, la cual es casi idéntica a una oficina desde la cual Paulsen, el presidente que está a punto de jubilarse, trabaja al otro lado del pasillo.

No es poco común que Wilson asista a reuniones tarde en la noche después del programa de la noche en el Georgia Dome, que generalmente termina después de las 9 p.m.

Después que termine el congreso este fin de semana, Wilson regresará a Silver Spring, Maryland, y se mudará a la oficina del presidente, a cerca de 40 pies de distancia a través del pasillo, desde su oficina actual.

Entonces su calendario de invitaciones comenzará a llenarse. Y rápidamente.


«El nuevo presidente comenzará a aceptar citas, y sus citas en corto tiempo –yo diría que en un mes o dos–estarán copadas hasta dos o tres años», dijo Parchment. «No hay período de luna de miel».

Image by ANN. Josef Kissinger

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