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17 de julio de 2017 | Loma Linda, California, Estados Unidos |

Un estudio a cargo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda y la República Checa ha hallado que el momento y la frecuencia de las comidas juega un papel a la hora de predecir el aumento o disminución del peso corporal.

Por medio de la información extraída de más de 50 mil participantes en el Estudio Adventista de Salud-2 (AHS-2), los investigadores descubrieron cuatro factores asociados con una disminución del índice de masa corporal: comer solo una o dos comidas por día; mantener un ayuno de un día al otro de hasta 18 horas; desayunar bien en lugar de no hacerlo; y hacer del desayuno o el almuerzo la comida más grande del día. Hacer del desayuno la comida más importante produjo una disminución más significativa del Índice de Masa Corporal (IMC) que en el caso del almuerzo.

Los dos factores asociados con un IMC más alto fueron comer más de tres veces al día —los bocadillos se contaron como una comida extra—y hacer de la cena la comida más grande del día.

Como estrategia práctica de control de peso, la investigadora Hana Kahleova recomienda comer el desayuno y el almuerzo, no cenar, evitar los bocadillos, hacer del desayuno la comida más grande del día, y ayunar de un día al otro por hasta 18 horas. Kahleova, que cuando se llevó a cabo el estudio era investigadora postdoctoral en la Escuela de la Salud Pública de la Universidad de Loma Linda, es directora de investigación clínica de la Comisión de Médicos de Medicina Responsable en Washington D.C. Actualmente se encuentra en un año sabático del Instituto de Medicina Clínica y Experimental de Praga, en la República Checa, como investigadora postdoctoral y médica consultora sobre diabetes.

Kahleova dice que los hallazgos confirman una antigua máxima nutricional: “Desayunar como rey, almorzar como príncipe, cenar como mendigo”.

El estudio, que lleva el título “La frecuencia y el momento de las comidas están asociados con el Índice de Masa Corporal en el Estudio de Salud Adventista-2”, fue coescrito por Gary Fraser, profesor de las escuelas de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Loma Linda, y director del AHS-2. Fue publicado en un adelanto en línea el 12 de julio, y aparecerá en la edición de Septiembre 2017 del Journal of Nutrition.

Además de Fraser y Kahleova, el equipo de investigación incluyó a Jan Irene Lloren, MPH, Andrew Mashchak, MS, y Martin Hill, DrSc. Lloren y Mashchak son bioestadistas de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda, y Hill es investigador del Instituto de Endocrinología de Praga, República Checa.

Fraser dijo que más allá del patrón de alimentación, hubo, en promedio, un incremento en peso cada año hasta que los participantes alcanzaron los 60 años. Después de los 60, la mayoría de los participantes experimentó una pérdida anual de peso.

“Antes de los 60 años, los que ingieren calorías más a comienzo del día experimentan un menor aumento de peso”, dijo Fraser, pero que añadió que después de los 60 años, la misma conducta tendía a producir un índice mayor de pérdida de peso que el promedio. “Con las décadas, el efecto total podría ser sumamente importante”.

El equipo empleó una técnica llamada análisis de regresión lineal y ajustó sus hallazgos para excluir los factores demográficos y de estilo de vida que podrían distorsionar los resultados.

El texto completo del estudio, que contó con el apoyo de subvenciones del Instituto Estadounidense del Cáncer, el Fondo de Investigación Mundial sobre Cáncer, y el Ministerio de Salud de la República Checa—se encuentra disponible en línea.

Traducción de Marcos Paseggi

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